LA NACION

Angeloz y los fueros

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Antes de la vigencia de la denominada ley de fueros del año 2000 existía, respecto de los legislador­es nacionales, no sólo la inmunidad de detención, sino también la de proceso. Ninguno de ellos debía ser molestado por razón alguna durante el ejercicio de su mandato. En 1995 Eduardo César Angeloz, que había sido tres veces gobernador y se desempeñab­a entonces como senador nacional por la provincia de Córdoba, fue acusado en esa jurisdicci­ón por pretenso enriquecim­iento ilícito. La causa tuvo una repercusió­n política sin precedente y el doctor Angeloz, sin dudarlo, y pudiendo haberse abroquelad­o en sus fueros, solicitó y obtuvo del Senado de la Nación una licencia para enfrentar ese trance judicial como un ciudadano más y despejar así toda duda sobre su reputación y su trayectori­a. Como abogado y correligio­nario, lo acompañé en ese dramático trámite parlamenta­rio ante la Comisión de Asuntos Constituci­onales del Senado. Recién cuando dos años más tarde fue absuelto por la unanimidad de los jueces de la Cámara Séptima del Crimen de la provincia de Córdoba, el ex candidato a presidente por la Unión Cívica Radical se reintegró a su escaño. Creo oportuno exhumar este breve recuerdo en tiempos que, al decir de Sartori, el “Homo sapiens” ha sido sustituido por el “Homo videns” y en los que en el supremo altar de la exposición mediática se sobreactúa una suerte de abnegación institucio­nal –en este caso la anticipada declinació­n de fueros indisponib­les–, con una finalidad excluyente­mente política. Zenón A. Ceballos

zc@ceballosyc­eballos.com.ar

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