Vinagre desde la capital del limón
Después de 25 años de carrera como ejecutivo de cuentas en multinacionales, un día Rodolfo Lescano se quedó sin trabajo y se vio obligado a emprender. Había adquirido una tierra, cuatro hectáreas por US$ 6500 para irse a vivir con la familia, pero decidió utilizarla para la explotación comercial. Por una recomendación, plantó 1800 plantas de higos, “es una fruta rara y rica”, pensó en su momento. Intentó vender la fruta fresca, que se cosecha en verano y fracasó: “No queda ni el loro por acá. Hacen 40 grados todos los días”, dijo.
Accidente con suerte: su primer intento de macerar y hacer vinagre con los higos fue un fracaso tan grande que abandonó el proyecto por un año. “Cuando estaba por tirarlo me doy cuenta de que estaba buenisimo”, contó. Ningún profeta en su tierra: “Tengo necesidad de vender en Buenos Aires, porque si bien doña Rosa de Tucumán me compra, compito contra el limón y acá le ponen limón hasta al guiso”, dijo. Además añadió que: “Le vendía a un mayorista, que le vendía a un minorista y una botellita terminaba en el barrio chino a $ 200, cuando yo la vendo a $ 75. Pero ahora voy a empezar a vender por MercadoLibre
Viaje gourmet: En 2009 lo invitaron a una feria en Madrid de chefs profesionales, donde llevó higos en almíbar y vinagre de higo. “Todos me decían que parecían peras por el tamaño: «No puede ser hombre». Ahí me agrando y digo que son grandes porque son felices. Más allá de Buenos Aires: Piensa exportar porque es más reconocido y valorado por sus propiedades nutricionales en el exterior.