Peña no calmó la ansiedad de los industriales: les dijo que hay paridad en la provincia
Ante la cúpula de la UIA, el jefe de Gabinete expuso sus cálculos electorales y pidió apoyo; le dieron un panorama alentador
Era natural que la primera pregunta no fuera económica, sino política. No hay nada que esté desvelando tanto a la mayor parte de los empresarios argentinos como las elecciones. Por eso ayer, apenas Marcos Peña, jefe de Gabinete, terminó de presentarse ante la Unión Industrial Argentina (UIA) y de exponer lo que se proponía hacer el Gobierno, Miguel Acevedo, presidente de la entidad anfitriona, le dio la bienvenida con la pregunta del millón: ¿cómo cree que le irá al Gobierno en las elecciones?
No sobreactuaba. Por una vez, los hombres de negocios sienten que sus objetivos coinciden con los de Mauricio Macri. Un poco porque enfrente está Cristina Kirchner, la encarnación de lo que consideran populismo, y porque la industria da señales de recuperación después de cinco años.
Peña había ido acompañado por el vicejefe de Gabinete Gustavo Lopetegui, uno de sus laderos económicos, y por Eduardo Boccardo, colaborador de confianza. Y decidió explayarse: dijo que Cambiemos era ya una fuerza nacional, que estaba en condiciones de ganar en cinco de los distritos más importantes del país, incluido San Luis; que confiaba en la posibilidad de un triunfo nacional, y que en la provincia de Buenos Aires existía por el momento, según las encuestas, una situación de “paridad”. Aunque de todos modos, él no recomendaba creer todavía demasiado en los sondeos.
El oficialismo puede imponerse en al menos un centenar de los 135 municipios bonaerenses, pronosticó, aunque agregó que no eran lo mismo Quilmes o Lanús, donde espera más votos, que La Matanza o Berazategui. Recordó, no obstante, que el macrismo estaba mucho mejor allí ahora que en la campaña de 2015, cuando ni siquiera se conocía a quien sería la gobernadora.
Había arrancado con un sinceramiento sobre la mayor preocupación empresarial: el rojo de las cuentas públicas, origen de la presión impositiva. El país está navegando con un alto déficit fiscal, admitió, pero definió la situación como transitoria.
Lopetegui buscó después empatía con su situación personal. Les recordó que él también era industrial y que había creado una empresa láctea que sufrió a Guillermo Moreno, cuando el ex secretario de Comercio Interior cortó en 2008 la exportación de quesos, y anticipó que el Gobierno invertiría en los próximos meses en obras relevantes de infraestructura, como la línea ferroviaria de cargas del San Martín, que une Buenos Aires con Mendoza.
Los ejecutivos valoraron esos gestos. Y uno por uno, sentados a la mesa, fueron describiendo cómo estaba cada sector.
La mayoría trazó un panorama alentador, aunque hubo cuestionamientos porque la actividad sigue siendo dispar. Luis Betnaza (Techint), por ejemplo, dijo que el sector siderúrgico estaba ya entre 3 y 3,2% arriba, con mucha demanda desde sectores como la obra pública o la línea blanca de electrodomésticos, pero que aguardaba todavía una mejora en las fábricas automotrices. Para el segundo semestre, proyectó, ellos esperan un aumento de entre 20 y 23 por ciento.
El más eufórico fue Roberto Arano, azucarero, que agradeció las medidas aplicadas para el biodiésel y los limones: ambas, a su juicio, han permitido una reactivación importante en la provincia de Tucumán.
Miguel Ángel Rodríguez, de Sinteplast, expuso en cambio algunos contrastes: hay fábricas que están bien y otras mal, pero el rubro en general está repuntando, describió.
El más crítico fue Alberto Sellaro, fabricante de calzado, que se quejó del aumento de las importaciones. Marcas como Puma, dijo, que antes fabricaban todo en el país, compran ahora sus productos afuera, y Nike y Adidas se han convertido directamente en ensambladoras. Un reclamo parecido al del textil Luis Tendlarz, de la Unión Industrial de Catamarca, con la caída en ese sector, o el de Pedro Reyna, fabricante de muebles, con la incursión de los supermercados en la venta de esos productos.
El entrerriano Roberto Motta insistió en la necesidad de la infraestructura: la lentitud de la obra pública en esa zona, donde es muy relevante lo que pase con el puente Paraná-Santa Fe, conspira contra la competitividad de las empresas.
Los funcionarios atendieron cada situación. Y, sobre el final, Peña les deslizó un mensaje: el Gobierno podrá disentir con ellos en los tiempos o en las formas, pero los objetivos son los mismos; el desarrollo de todas las ramas de la industria, y sería bueno que los empresarios hicieran explícita esa coincidencia. Les propuso entonces que tuvieran en adelante una “voz pública” institucional. Ninguno de los presentes, todos ellos habituados a recibir pedidos de respaldo a los gritos en los últimos quince años, podría negarse jamás a un requerimiento tan sutil.