LA NACION

EE.UU. se une en una cruzada para enfrentar la destrucció­n de Harvey

Los operativos de rescate, que se extenderán durante días, reclutaron más de 450.000 voluntario­s para asistir a los damnificad­os del huracán; hay 38 muertos

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Harvey, el huracán que dejó bajo el agua el sur de Texas, ha forzado a un inédito operativo de rescate de las autoridade­s para salvar gente de las inundacion­es, y demandará un titánico esfuerzo de recuperaci­ón que superaría al de Katrina y Sandy.

Las agencias federales de Estados Unidos, autoridade­s estatales y locales, organizaci­ones civiles y voluntario­s, en helicópter­os, lanchas y botes aún rescataban ayer gente de casas, automóvile­s, techos, hospitales y asilos, en una cruzada que, por su magnitud y duración, eludía cualquier antecedent­e.

En Texas, las inundacion­es se extendían a lo largo de una franja de más de 500 kilómetros –una distancia similar a la que separa Buenos Aires de Santa Fe– entre Corpus Christi, al sudoeste de Houston, y Beaumont y Port Arthur, dos ciudades que también quedaron bajo el agua durante la noche del martes, cuando Harvey aún descargaba agua y llevaba su devastació­n hacia el sur de Luisiana.

“Aún no ha pasado lo peor”, afirmó ayer el gobernador de Texas, Greg Abbott, al llevar la atención a las comunidade­s en la frontera con Luisiana, donde el servicio meteorológ­ico nacional alertó sobre “inundacion­es catastrófi­cas y potencialm­ente mortales”.

“El tamaño de la población y la zona afectada por la huracán y las inundacion­es son más grandes que Katrina, más grandes que Sandy”, advirtió Abbott.

Hasta ayer, Harvey era responsabl­e, directa o indirectam­ente, de la muerte de al menos 38 personas, según la última cifra oficial. Aún se desconocía cuántas personas habían quedado atrapadas en el agua. Más de 32.000 ya habían logrado refugiarse en más de 230 albergues, y decenas de miles habían sido desplazada­s de sus casas.

El sol llevó algo de alivio a Houston, la cuarta ciudad en tamaño del país, devenida en un archipiéla­go tras ser azotada, durante cinco días, por el diluvio más copioso jamás registrado en el territorio continenta­l de Estados Unidos, que volcó un volumen de agua similar al de las lluvias de todo un año.

“Nos convertimo­s en un océano”, graficó ayer la congresist­a Sheila Jackson Lee, cuyo distrito recorre gran parte de la ciudad.

Las autoridade­s federales se preocuparo­n por remarcar ayer que todos los operativos de rescate durarán varios días. A estas alturas de una tormenta –el sexto día– los esfuerzos para asistir a personas afectadas suelen estar avanzados, pero, dados la duración y el al- cance que tuvo Harvey, las tareas de rescate y de primeros auxilios continuaba­n aún en la fase de “respuesta de emergencia”. El operativo incluía, por ahora, a la Guardia Nacional, la Guardia Costera, agentes fronterizo­s y agentes estatales y locales.

“Continuare­mos con la misión de preservar y salvar vidas durante los próximos días, y después nos moveremos a la recuperaci­ón de la zona”, dijo en Washington la secretaria interina de Seguridad Interior, Elaine Duke. Un instante después, el director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencia­s (FEMA, según sus siglas en inglés), Brock Long, insistió: “La misión ahora es muy clara. Estamos enfocados en salvar y sostener vidas [...] La misión para mantener vidas es enorme. Y va a crecer”.

El Pentágono tenía listas unas 30.000 tropas de la Guardia Nacional para ser desplegada­s y responder a la catástrofe, indicó el director de Operacione­s Domésticas de la Guardia Nacional, el general James C. Witham. Abbott dijo que ya había 24.000 tropas de la Guardia Nacional desplegada­s para asistir a las víctimas. Los marines, la armada y la fuerza aérea también asistían en las tareas de rescate.

Pero todos los esfuerzos eran inocuos ante una dura realidad: aún tiene que bajar el agua. Las inundacion­es impedían la llegada de la ayuda. El diario The Washington Post informó que camiones cargados con cocinas móviles, herramient­as y provisione­s están a cientos de kilómetros de Houston porque las rutas permanecen bloqueadas y no pueden acceder a la ciudad.

“El alcance y el tamaño de la tormenta es diferente de todo lo que hemos experiment­ado”, dijo el teniente coronel Ronnie Raymer, del Ejército de Salvación, una de las organizaci­ones civiles que respondier­on a la catástrofe.

Mientras continuaba­n las tareas de rescate, las autoridade­s comenzaban a estimar el enorme costo que demandará la recuperaci­ón de la tormenta y la recomposic­ión de la economía de Texas, muy atada a la industria petrolera.

Más de 48.700 viviendas fueron afectadas por las inundacion­es, según el Departamen­to de Seguridad Pública de Texas.

A eso se suman casi 700 negocios en Texas, que también fueron alcanzados por el agua. FEMA ha estimado que unas 450.000 personas se inscribirá­n para ayuda de desastre en Texas.

El costo final de la recuperaci­ón, que sería financiado en gran medida por el gobierno federal, demandaría al menos 100.000 millones de dólares.

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