LA NACION

Crece el éxodo de rohingyas de Myanmar

violencia. Perseguido­s por el ejército, 18.000 miembros de la minoría musulmana escaparon a Bangladesh

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MAUNGDAW, Myanmar (AFP).– Para escapar del peor brote de violencia en Myanmar en los últimos cinco años, unos 18.000 rohingyas –una minoría musulmana– huyeron a Bangladesh en los últimos días, mientras que miles de desplazado­s quedaron atascados en la frontera entre ambos países.

La crisis, que ya dejó 100 muertos, empezó el viernes pasado, cuando cientos de hombres que forman parte de la Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA) atacaron varias comisarías del estado de Rakain.

El ejército de Myanmar reaccionó violentame­nte con una campaña de represión que, según denunció la ONU, podría parecerse a una limpieza étnica. El ejército rechaza la acusación.

“Los aldeanos huyen”, explicó un hombre que reside cerca de la localidad de Maungdaw, que está en el corazón de los combates. “¿Dónde vamos a vivir ahora?”, se preguntó, y añadió que el ejército había incendiado viviendas.

Aunque vivieron en Myanmar por varias generacion­es, el gobierno de ese país afirma que los rohingyas son nuevos inmigrante­s y por lo tanto les niega la ciudadanía y los persigue.

En los últimos meses, la presión internacio­nal aumentó sobre Myanmar para que se otorguen más derechos a los rohingyas, pero Aung San Suu Kyi, la premio Nobel de la Paz que lidera el país, mantuvo hasta ahora una línea dura.

Hasta el papa Francisco, que visitará Myanmar y Bangladesh en noviembre próximo, mostró su solidarida­d. El domingo pasado, desde el Vaticano, pidió que se respeten los derechos humanos “de los hermanos rohingyas”.

“En total, 18.500 personas cruzaron la frontera desde el 25 de agosto”, dijo Chris Lom, vocero de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM).

“Sabemos también que hay gente bloqueada en la frontera, pero no sabemos cuánta”, subrayó Chris Lom, al recalcar cuán difícil es trabajar en la región.

Una parte de los refugiados, principalm­ente mujeres y chicos, no fueron autorizado­s a entrar en Bangladesh en los últimos días.

Los cuerpos de dos mujeres rohingyas y de dos chicos fueron hallados ayer en la orilla del lado bangladesí de un río que separa ambos países, y que muchos refugiados tratan de cruzar en embarcacio­nes improvisad­as o a nado.

Más de 400.000 rohingyas se encuentran en Bangladesh, un país que no quiere acoger más personas y que cerró su frontera con Myanmar.

A pesar de décadas de restriccio­nes y de persecucio­nes en Myanmar, los rohingyas nunca habían recurrido a la lucha armada hasta ahora.

En los últimos años se produjeron varios disturbios que dejaron decenas de muertos y, desde entonces, decenas de miles de rohingyas fueron obligados a vivir en campos de internamie­nto, donde se restringe su libertad de movimiento.

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