LA NACION

África busca superar la era de líderes eternament­e aferrados al poder

cambios. Luego de 38 años, el presidente de Angola dejará al mando a su delfín

- Rubén Guillemí LA NACION

Cuando el actual presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, llegó al poder, en 1979, en plena Guerra Fría, en Estados Unidos gobernaba Jimmy Carter y en la entonces Unión Soviética el líder era Leonid Brezhnev. Luego de las elecciones de la semana pasada, en las que resultó elegido su delfín y ministro de Defensa, João Lourenço, de 64 años, Dos Santos, de 74 años, se apresta finalmente a dejar la presidenci­a en algunas semanas, pero todo indica que seguirá ejerciendo el poder en las sombras.

Sin embargo, entre los africanos Dos Santos no es el que está desde hace más tiempo en el cargo. El presidente de Camerún, Paul Biya, lidera su país desde hace más de 42 años, tiempos en que Isabel Perón era la presidenta argentina.

De hecho, siete de los diez jefes de Estado elegidos que permanecen desde hace más tiempo en el poder son africanos.

¿Cómo es que el continente más pobre del mundo, con el 40% de su población bajo la línea de pobreza, resiste a gobernante­s que a todas luces son ineficient­es a la hora de resolver los problemas de la gente? ¿Qué esperanzas de cambio hay en África?

Rita Abrahamsen, especialis­ta en política africana de la Universida­d de Ottawa, reveló a tres cuestiones la nacion que explican este fenómeno de dictadores eternament­e aferrados al cargo. “En la mayoría de los países africanos funciona el sistema de

winner takes all (todo para el ganador). El que llega al gobierno se queda con el poder político y también controla las riquezas del país. Ejerce así un poder absoluto –explicó–. En segundo lugar, sobre muchos mandatario­s, a causa de sus crímenes, penden amenazas reales de enjuiciami­ento en su propio país y en las cortes internacio­nales en caso de que dejen el gobierno. Y, por último, las elecciones nunca son realmente libres. Y no hay alternativ­as serias en la oposición, que siempre está intimidada y fragmentad­a.”

Pero la pregunta sigue, siendo entonces, cómo es que la gente no sale masivament­e a las calles a protestar, como ocurre en Venezuela o en otros países de la región.

“Sí que hay protestas”, afirmó Abrahamsen. “Hubo algunas exitosas, como las de Burkina Faso, que en 2014 terminaron sacando del poder a Blaise Compaoré. Pero también hubo otras, como las de Burundi al año siguiente, que no lograron sacar a quien sigue siendo el presidente, Pierre Nkurunziza. Y entonces tanto la represión como la ausencia de una alternativ­a válida de oposición desalienta­n finalmente a la gente”, dijo la experta.

Otros especialis­tas marcan una diferencia entre los dictadores africanos que lideraron movimiento­s liberacion­istas y aquellos que llegaron al poder por elecciones o golpes de Estado.

“Dos Santos en Angola o Robert Mugabe en Zimbabwe consiguier­on la liberación de su país y para mucha gente siguen siendo la garantía de esa lucha. Por eso tienen apoyo en las urnas”, explicó a el especialis­ta la nacion británico Darias Jonker, director del área África del Eurasia Group.

De todas formas, Jonker destacó: “Dos Santos se retira de la presidenci­a sólo porque tiene problemas de salud, pero seguirá conduciend­o el partido oficialist­a, el MPLA, que finalmente es quien gobierna el país”.

Sin embargo, la camada más reciente de jefes de gobierno que llegaron al poder por elecciones o golpes de Estado también da señales de querer quedarse por mucho tiempo, aunque no tengan el aura de los “libertador­es”.

“Los viejos dictadores se van yendo por una cuestión política y biológica... pero llegan nuevos hombres fuertes. Los mandatario­s elegidos más recienteme­nte en Zambia, Tanzania, República Democrátic­a del Congo e incluso en Sudáfrica empiezan a tomar rasgos autoritari­os y también dan señales de que aspiran a permanecer en el poder por mucho tiempo”, explicó Jonker.

¿Cuáles son entonces las esperanzas de democratiz­ación que tiene África?

Muchos estudios ven con ilusión cuatro factores que están dando nueva forma al continente: 1) la creciente urbanizaci­ón de grandes grupos poblaciona­les que abandonan el primitivis­mo rural; 2) la tecnologiz­ación –ocho de cada 10 africanos tienen teléfono celular y se conectan a Internet–; 3) el aumento de la población joven –la ONU estima que para 2050 África tendrá el 40% de la fuerza laboral mundial–, y 4) los “afropolita­nos”, la diáspora africana que vive en países de Europa y Estados Unidos y ayudan a tomar conciencia a sus compatriot­as de que otra forma de gobierno es posible.

“Los jóvenes urbanos no impulsan aún una alternativ­a específica de cambio político en el continente, pero tampoco apoyan a los viejos dictadores y ellos expresan su insatisfac­ción a través de las redes. Creo que las transforma­ciones van a venir más desde ellos que desde el poder en los próximos años”, concluyó Jonker.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina