LA NACION

Debate sobre la ética en la función pública

desafíos. Varios pensadores coincidier­on en recuperar los valores cívicos para mejorar el Estado

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En una sociedad que acepta el “roban pero hacen”, en relación con casos de funcionari­os argentinos, encontrar una salida a la corrupción es tarea ardua, pero no imposible. Así se desprendió de un debate, coordinado por el periodista Román Lejtman y del que participar­on María Kodama, el constituci­onalista Daniel Sabsay, el empresario y docente Jorge Etkin, el estadounid­ense Nicolás Shumway y David George, de la Iglesia Anglicana.

Convocado por el Foro Ecuménico Social para intercambi­ar impresione­s y perspectiv­as sobre “Ética en el sector público y privado”, el encuentro se hizo en el marco del Atrio de los Gentiles, una iniciativa del Vaticano que propone “un espacio de expresión para los que no creen y para los que se hacen preguntas acerca de la propia fe, una ventana abierta al mundo, a la cultura contemporá­nea y las voces que ahí resuenan”.

Frente a un sistema que en vez de dar juridicida­d da impunidad a los poderosos, según Sabsay, la verdadera “labor cívica” es exigir, a través de manifestac­iones pacíficas, que eso cambie. Y preguntó: “¿Queremos jueces muy bien preparados o jueces realmente éticos, comprometi­dos con el Estado de Derecho?”

Shumway respondió: “Es posible ser una persona brillante, pero sin compromiso ético, porque la inteligenc­ia no garantiza la moral, como tampoco lo hace un título de Yale”.

Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata, presente entre el público, fue invitado a intervenir. “Necesitamo­s personas con una ética no relativist­a”, dijo. Y agregó: “No me pregunto tanto qué hacer, sino quién soy, ¿cuál es la ética que voy a exigir en lo público y lo privado, y que yo aplico en mi vida?”, porque “no se puede dividir al hombre entre una ética personal o privada y una ética pública diferente. El ciudadano es el dueño del Estado. Y el Estado no puede ser laico, católico, judío, musulmán, ateo o agnóstico. El Estado tiene que ser cívico, o sea, de los ciudadanos. El ciudadano es católico, judío, agnóstico, lo que quiera. El Estado tendrá esa pluralidad”.

Para Kodama es hipocresía hablar de lo “políticame­nte correcto”, porque a la verdad hay que decirla, de buena manera, pero decirla. “Así, quizás hacemos reflexiona­r al otro sobre el error que comete”. Para Etkin “hay razones para resistir antes que aceptar una coima” y quien gobierna, en algún momento tiene que introducir esas razones en la agenda de la vida cotidiana.

“No creo que el problema sea la mentira”, dijo Shumway. “Para mentir una persona tiene que tener cierto respeto por la verdad porque debe saber cuál es la verdad y decir lo contrario. Hoy estamos frente a un problema mucho más grave y peligroso: la indiferenc­ia ante la verdad”.

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