LA NACION

Alberto Kipnis. Incansable difusor del cine arte

- Pablo De Vita

dueño de una personalid­ad tímida y reservada, la labor de alberto Kipnis permanecer­á en la memoria a través de una marca que hizo historia como el cine Lorraine de la calle Corrientes. allí tuvo lugar la cuna del cine arte en la argentina al despuntar la década del 60 y un modo de entender el cine que Kipnis abrazó con pasión hasta ayer, cuando el agravamien­to de una leucemia que sobrellevó con entereza durante un par de años acabó, a los 85 años, con una vida entregada a los sueños de celuloide.

Nacido el 11 de julio de 1932, en Parera, entre Ríos, joven estudiante de derecho y aficionado al canto, la labor de Kipnis en el cine Lorraine comenzó casi por casualidad al perder su trabajo como recepcioni­sta de un hotel por no estar afiliado al peronismo, por entonces en el poder. su siguiente oportunida­d laboral fue como boletero de un cine llamado Lorraine que se encontraba al borde de la quiebra. su programaci­ón daba vergüenza incluso al novel boletero, que propuso a los dueños un ciclo dedicado a sergei eisenstein

que incluía El acorazado Potemkin, Alexander Nevsky e Iván el Terrible, películas provistas por el sello artkino. Fue el primer éxito de una sala que, de la mano de un joven de 23 años, se convertirí­a en indeleble marca cultural de Buenos aires. Luego otro ciclo dedicado a Ingmar Bergmantra­nsformóalL­orraine en el templo pagano de toda una generación e hizo habitual algo inexistent­e hasta entonces: la cinefilia de la calle Corrientes.

de la mano de Kipnis tuvieron lugar en esa sala ciclos de revisión de obras de directores como Monicelli, Bresson, Wajda, Fellini, así como presentaci­ón de corrientes estéticas que marcaban el pulso del cine contemporá­neo, como la Nouvelle vague de godard y truffaut, y las cinematogr­afías de “detrás de la Cortina de Hierro”. se incluían programas de mano con la ficha técnica de cada película, un lugar destacado para el realizador (y no para los intérprete­s), una filmografí­a en orden cronológic­o y las frases de los críticos de aquel entonces. tiempo más tarde añadió las ediciones Lorraine: libros con los diálogos de

Hiroshima mon amour, de alain Resnais, o sobre cine polaco con la firma de Mabel Itzcovich, que sumaban definitivo perfil intelectua­l a esa sala con murales de Juan Carlos Castagnino y César López Claro.

el éxito del Lorraine permitió abrir otras salas y convertir a Corrientes en los “cines de las ele”. el cine Loire –donde hoy está el teatro Picadilly, cuyo nombre fue elegido por sorteo por el público del Lorraine– estrenó Masculino-Femenino, de godard, mientras que el Losuar ostentaba programas de mano con los rostros de François truffaut, Marcello Mastroiann­i y Julie Christie en su portada. el Lorange fue el último en abrir sus puertas, en 1970, con Pasión, de Ingmar Bergman. Bajo esa influencia también apareciero­n en la avenida Corrientes otras salas, como el Lorca y el Cine-arte, y la clásica puja por las películas determinó el eslogan: “el Lorraine crea, no imita”. Kipnis también tuvo que enfrentar la censura en innumerabl­es ocasiones e incluso una bomba que hizo añicos el baño del Lorraine mientras proyectaba Roma, ciudad abierta.

el Lorraine cerró sus puertas en 1972 (se convirtió en Lorena y luego en diferentes librerías), y progresiva­mente las demás salas propiedad de Kipnis siguieron el mismo destino a fines de los años 90.en2001reci­bióelPremi­oCóndor de Plata a la trayectori­a y fue entrevista­do por Mirtha Legrand en un programa que reunió a diversos desocupado­s: había perdido todos sus cines.

Kipnis no se rindió y brindó su último gran emprendimi­ento, la marca arteplex, que llegó a tener salas en Caballito, Centro, Belgrano y villa del Parque, pero los altos costos de alquiler atentaron contra la continuida­d del emprendimi­ento y progresiva­mente también se fueron despidiend­o. en 2013 fue declarado personalid­ad ilustre de la cultura por la Legislatur­a porteña y dos años más tarde, el exitoso ciclo “el Lorraine en el Recoleta” reunió por última vez su original mirada en la programaci­ón. en febrero último, el arteplex villa del Parque dejó de brindar programaci­ón de cine arte y la salud de alberto Kipnis se agravó rápidament­e. Había perdido la última sala que programaba, pero no su amor por el cine.

El éxito del Lorraine convirtió a Corrientes en la calle de “los cines de la ele”, junto al Loire y el Losuar

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