LA ACTITUD NO ES TODO, PERO ES LO MÁS IMPORTANTE
“Cuando se les pregunta a los empresarios sobre las dificultades que se deben superar para poder exportar, la respuesta suele ser un largo listado de quejas”. Ésta no es una crítica a los empresarios argentinos, sino una reflexión del italiano Nicola Minervini, fruto de sus 25 años de trabajo en Brasil y de la experiencia de proyectos en gran parte de América latina. “Falta de apoyo del gobierno, tipo de cambio desfavorable, burocracia excesiva, falta de financiamiento, logística complicada, competencia de los productores orientales, etcétera”, recuerda como algunas quejas recurrentes. “Claro que todo eso influye, y en algunos casos lo hace de forma decisiva en el éxito de la exportación. ¡Pero es solamente la punta del iceberg! Es necesario observar que los aspectos de competitividad intrínseca de la empresa, y que dependen casi exclusivamente de ella, constituyen la capacidad competitiva y exportadorade la empresa que, en la mayoría de los casos, no depende del país de origen. En realidad, en un mismo país hay empresas que representan verdaderos casos de éxito, mientras que otras, que trabajan en las mismas condiciones, fracasan. Esa diferencia puede estar relacionada, en muchos casos, con su capacidad exportadora, es decir, principalmente con su actitud”. En ese aspecto coinciden todos los especialistas, incluso Marta De Filippo: “Deben contar con vocación exportadora. Los empresarios tienen que demostrar un comportamiento emprendedor, con un alto interés en comercializar sus productos en mercados externos; si no, todo lo que se haga dará un resultado negativo”. “¿Por qué quiere exportar?”, es la primera pregunta que debe responder el empresario según Marcelo Wiñazky, quien además apunta al compromiso de la dirección y el involucramiento de toda la organización: “¿Quién exporta? ¿Usted o toda la empresa? Hay que recordar que la exportación es un juego de equipo y toda la empresa debe comprometerse para que pueda hacerse con éxito”.