En caída libre, Macron se relanza con una fuerte flexibilización laboral
La reforma, una de las más profundas en 30 años, facilita las condiciones de despido y limita el poder de los sindicatos; aceptación de las empresas y rechazo de las centrales obreras
PARÍS.– Principal promesa de campaña de Emmanuel Macron, el gobierno francés presentó ayer la reforma del Código Laboral, que “modernizará el mercado de trabajo”, flexibilizará las condiciones de despido, limitará el poder de los sindicatos y creará nuevas formas de representación de los obreros en las empresas.
Después de tres meses de concertación y unas 50 reuniones bilaterales, el primer ministro, Edouard Philippe, calificó el proyecto de “ambicioso y equilibrado”; los sindicatos se mostraron circunspectos y los empresarios, encantados.
Sindicatos y empresarios fueron invitados a las 10 (hora local) –dos horas antes de la publicación del texto– a tomar conocimiento de una de las reformas del derecho laboral más profundas que conoció Francia en los últimos 30 años.
Escaso tiempo para consultar las 159 carillas y 36 medidas cuyo objetivo es enmendar el Código Laboral, que consta de 3200 páginas. De la reacción de los actores sociales dependerá el clima de un quinquenio presidencial que Macron quiso poner bajo el signo de las reformas.
Porque, después de la ley laboral, el presidente se propone reformar el seguro de desempleo, la formación profesional e, incluso, el régimen jubilatorio.
Según el presidente, “Francia es la única gran economía de la Unión Europea (UE) que no consigue vencer el desempleo desde hace 30 años”. Una afirmación discutible.
En el segundo trimestre de 2017, la tasa de desempleo en Francia era de 9,2% de la población activa, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos (Insee). Efectivamente, es muy superior a la de Alemania (alrededor de 3,8%) y la de Gran Bretaña (cerca de 4,4%), según Eurostat.
“No se pueden ignorar otros dos grandes países como Italia y España, que tienen más dificultades que Francia en el frente del empleo, con 11% y 17% de paro, respectivamente”, sostiene Raymond Soubie, experto en cuestiones laborales.
En todo caso, el sindicato comunista CGT no esperó a conocer el contenido de los decretos para llamar a manifestar el 12 de septiembre. Por su parte, el movimiento de extrema izquierda Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon, llamó a protestar en la calle el 23 de septiembre, a fin de luchar contra lo que consideran “un golpe de Estado social”.
Divididas en cuatro ejes, las 36 medidas anunciadas modifican en gran parte la organización en el seno de las empresas y podrían cambiar profundamente la vida de los asalariados.
Es el caso del techo y el piso fijados a las indemnizaciones otorgadas por la justicia ante un despido abusivo. Un dispositivo fundamental reclamado por los empresarios desde hace años y defendido por Macron desde que era ministro de Economía. Hoy, esas indemnizaciones dependen de los tribunales laborales. A partir de fines de septiembre, un asalariado que estima haber sido despedido sin causa real obtendrá un máximo de 20 meses de salario después de 30 años de trabajo.
Desde una óptica más general, las medidas anunciadas podrían leerse como una declaración de amor a las pequeñas y medianas empresas, presentadas desde hace años como el principal reservorio de empleos en Francia.
“Por primera vez, una reforma del Código Laboral da la prioridad a las pymes”, se felicitó la ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud.
Ciertas disposiciones se refieren directamente a esas pequeñas estructuras que, a partir de ahora, tienen –por ejemplo– la posibilidad de negociar sin la participación de un sindicato.
Esta flexibilidad debería permitir “a las pymes, que no tienen los medios de anticipar todas las evoluciones económicas, reaccionar con mayor facilidad en caso de un cambio brutal de la coyuntura, gracias a reglas más simples”, explicó Pascal Lima, economista de Harwell Management.
Pero la mayoría de los especialistas estiman que el remedio decidido por Macron no bastará para reactivar “la máquina a crear empleos”: “Flexibilidad no es sinónimo de facilidad para emplear”, dice Lima. A su juicio, el principal problema que existe para las pymes es encontrar candidatos con el perfil adecuado.
Críticas
La oposición, tanto de derecha como de izquierda, no esperó la publicación de los decretos para criticar el proyecto y, sobre todo, “la arrogancia” presidencial. Esa crítica alude al contenido de una larga entrevista concedida esta semana por el jefe del Estado al semanario Le Point, en la que habló de “las fuerzas del Viejo Mundo” opuestas al éxito del país.
“Le recuerdo a Macron que no es el primer presidente de la Quinta República. Hubo otros. No necesariamente inútiles”, dijo el diputado Eric Woerth, de Los Republicanos (derecha conservadora). “En el mundo de hoy estamos todos. No sólo el presidente y una parte de su gobierno”, señaló.
“Política de oferta, desregulación, flexibilidad… No hay un nuevo Código Laboral: es su desmantelamiento. Todo esto es muy inquietante”, dijo Eric Coquerel, diputado de Francia Insumisa.
Desde el Frente Nacional (FN), de extrema derecha, Florian Philippot también se declaró “inquieto”.
Al referirse al futuro proyecto de aumentar los impuestos a los jubilados, “para reducir las cotizaciones sociales de los activos”, el vicepresidente del FN afirmó: “Con esa especie de arrogancia natural, Macron pide a los menos pobres que financien a los más pobres. Mientras que los ricos, sobre todo con la reducción anunciada del impuesto a las grandes fortunas, vivirán cada vez mejor”.