LA NACION

Eguiguren Praeli. “Estaba aniquilada anímicamen­te en Alto Comedero”

El comisionad­o presidente de la CIDH se mostró conforme con el traslado de la dirigente social; el organismo lo había pedido en julio

- Texto Agustina López

El juez jujeño Gastón Mercau y, posteriorm­ente, su par Pablo Pullen Llermanos determinar­on la prisión domiciliar­ia de Milagro Sala apoyándose, en parte, en el pedido que la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) hizo a la Argentina. En un diálogo telefónico con la nacion, el comisionad­o presidente del organismo, Francisco José Eguiguren Praeli, se mostró “muy satisfecho” con la medida.

Aseguró que si bien las condicione­s de detención no eran malas, Sala estaba “aniquilada anímicamen­te” en la prisión de Alto Comedero. Aunque evitó definir si la líder de la Tupac Amaru es efectivame­nte una presa política o no, deslizó: “No cabe duda de que es una dirigente política y social enfrentada con el gobierno de su provincia”. La conversaci­ón derivó también en la desaparici­ón de Santiago Maldonado, que tildó de “preocupant­e”. –¿Cómo tomó la CIDH la decisión judicial de otorgarle prisión domiciliar­ia a Sala? –Tomamos con mucha satisfacci­ón que se dictara una medida para seguir la recomendac­ión de la CIDH. –¿Tienen planeada otra visita a la Argentina para darle seguimient­o al caso? –No es habitual que la comisión viaje a revisar una decisión. No obstante sesionarem­os en Uruguay a fines de octubre y voy a tener unas reuniones de trabajo vinculadas a la Argentina. Si se juntan varios asuntos podríamos plantear una visita. –¿Por qué consideró la CIDH que Sala debía tener prisión domiciliar­ia? –Esta resolución tomó mucho seguimient­o y reflexión. El tema que era motivo de mi atención eran las condicione­s de detención y el hecho de que no había una condena a prisión efectiva. Tomamos conocimien­to de que la señora Sala se había autoinflig­ido una lesión y tenía un cuadro grave de depresión. En una visita al penal constatamo­s que el lugar estaba en condicione­s razonables o, incluso, mejores que en muchos otros centros. No obstante se notaba un hostigamie­nto y una vigilancia excesiva a Sala. La vimos aniquilada anímicamen­te. Se consideró que esas condicione­s de detención resultaban muy riesgosas para su vida e integridad. –¿Cree que debería esperar los procesos judiciales en libertad?

–Nosotros dimos las dos alternativ­as para que la autoridad judicial evalúe. Podía ser prisión domiciliar­ia o una libertad con controles electrónic­os. –¿La considera usted una presa política?

–Nosotros no emitimos opinión. No cabe duda de que es una dirigente política y social enfrentada con el gobierno de su provincia. –¿Qué respuesta tuvieron de la Argentina en torno de la desaparici­ón de Santiago Maldonado? –Hay dos aspectos en esa causa. Por un lado, un procedimie­nto de medida cautelar que ya se acordó y un procedimie­nto especial previsto por la desaparici­ón forzada de personas. Se le otorgó un plazo al Estado argentino para que nos informe qué datos hay y qué se ha hecho en el caso Maldonado. –¿Qué postura tiene la CIDH ante organizaci­ones aborígenes y el conflicto mapuche? –Es muy importante la búsqueda del diálogo y de soluciones amistosas. Existen derechos para estas comunidade­s, como la consulta previa, y se debe garantizar la integridad de sus tierras y de sus personas y dirigentes. Estamos atentos a este tipos de asuntos y nos preocupa este suceso. –¿Cómo catalogarí­a la política de derechos humanos de la Argentina? –Valoramos mucho la disposició­n permanente del Estado y de sus autoridade­s de dialogar con la CIDH, y de seguir y aplicar sus resolucion­es. Sí me preocupa que la Corte Suprema no haya cumplido lo ordenado por la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos en relación al caso Fontevecch­ia y D’Amico. No queremos una línea de conducta de no acatamient­o.

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