Diplomacia y favoritismo
Desde estas columnas señalamos oportunamente nuestra preocupación por la relación que demuestran tener las afiliaciones políticas con algunas promociones dentro del ámbito diplomático local. Aquella opinión, como era de esperar, generó la reacción del gremialismo diplomático, que pretendió sostener la independencia entre estos dos términos de la ecuación.
La realidad demuestra que los cambios de gobierno suelen impactar sobre las promociones. Aquellos empleados cercanos al oficialismo de turno suelen beneficiarse con ascensos y destinos no siempre merecidos. En cambio, quienes no comulgan con el oficialismo o están vinculados directamente con la oposición sufren inevitables e injustificadas postergaciones.
Son pocos, en realidad, los diplomáticos que evitan la tentación de buscar padrinos, endosos y apoyos para su crecimiento profesional. Se pueden identificar con facilidad sus vinculaciones con unos y con otros. Es así como el camino recorrido en términos profesionales no siempre se corresponde con la capacidad, el profesionalismo, el desempeño y los antecedentes del candidato.
Es necesario y saludable que nuestra diplomacia se edifique sobre criterios objetivos de calidad profesional y no sobre contactos políticos. Esto supone ponderar adecuadamente el desempeño y premiar decididamente sus méritos, su carrera, y no ya sus relaciones o afiliaciones partidarias. Por este motivo, exhortamos a desterrar prácticas ampliamente conocidas con las que se busca relativizar la experiencia y las cualidades profesionales, recurriendo para ello al amiguismo y al favor político.
Una Argentina abierta al mundo demanda los más altos estándares profesionales para llevar adelante sus relaciones internacionales.