LA NACION

“Llamaron la atención la poca sorpresa y creativida­d” Por Christian Leblebidji­an

- Christian Leblebidji­an

El partido, desde lo táctico, se asemejó bastante a lo que se esperaba. Una selección argentina con la posesión del balón (73%) queriendo asumir el protagonis­mo juntando atacantes con buen pie contra una Uruguay que buscó defenderse cerca de su arquero para salir rápido de contraataq­ue. En el final de la película, el equipo de Sampaoli terminó volcado con un esquema 3-2-5 contra el 5-4-1 local, con Mercado, Fazio y Otamendi; Pizarro y Biglia; Acosta, Messi, Icardi, Pastore y Di María (ya en el descuento, Correa). La posesión por sí sola no genera superiorid­ad. Llamó la atención la poca sorpresa y creativida­d del equipo argentino, incluso los pocos intentos individual­es con gambetas en los metros finales. Es cierto que es difícil encontrar espacios cuando un adversario se defiende tanto, tan atrás (y bien), pero hubo otro detalle que influyó en las escasísima­s chances de gol generadas: la poca precisión en los centros.

En total, la selección ejecutó 15 centros desde jugadas colectivas (sin contar entre ellos los córners ni los tiros libres frontales o laterales), pero sólo tres fueron bien lanzados (Dybala, Acosta –en el primer desborde– y Pastore, uno cada uno). Otros tres fueron tirados de manera regular y 9 de manera imperfecta, la mayoría no sólo fueron anunciados sino con poca fuerza o dirección. Lo que ya no sorprende es que Di María haya sido protagonis­ta de ocho de esos flojos envíos. Recibiendo casi siempre bien abierto por la izquierda, la zurda del futbolista de PSG no generó peligro ni aproximaci­ones cercanas a un compañero. Los envíos quedaban cortos y sin altura o… terminaban demasiado pasados. Los centros (aunque no fueran elevados) podrían haber sido una llave importante, tal fue así que a Icardi lo buscaron por esa vía a los 50 segundos de partido.

En las pelotas detenidas, la selección ideó un plan para jugar en corto los córners antes de lanzar los centros. De esta manera, buscó mover las marcas para ganar más por astucia que por destreza, teniendo en cuenta la ventaja de altura y oficio de Uruguay en el rubro, pero así y todo el que más peligro aproximó fue Messi, con un centro-gol invertido en el primer tiempo que estuvo cerca de ser conectado por Otamendi. Fue rara la poca participac­ión que tuvo Acuña, un especialis­ta en esta clase de envíos (en Racing, en Sporting de Lisboa), porque los córners se los repartiero­n entre Di María, Messi y Pastore. Daba la impresión que la inclusión de Acuña podía estar más ligada a explotar este tipo de acciones. Pero no.

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