LA NACION

Se sumó Paraguay y ahora el sueño de recibir la Copa del Mundo es tripartito

El socio de la Argentina y Uruguay en el Mercosur se anotó para coorganiza­r el Mundial en 2030; remodelará­n estadios

- F. Czyz y A. Casar González

El Mundial de 2030 es un objetivo primordial de la Confederac­ión Sudamerica­na de Fútbol (Conmebol) desde que el paraguayo Alejandro Domínguez asumió como presidente. Cada vez que el ex directivo de Olimpia pisa la FIFA les recuerda a los máximos ejecutivos de la pelota que el centenario del primer mundial debe festejarse allí donde la competenci­a nació. Hasta hace unos meses, el privilegio de competir por organizarl­o estaba reservado a Uruguay y la Argentina. Ayer, sorpresiva­mente, se sumó Paraguay, el país en el que está enclavada la sede de la Conmebol.

Antes de reunirse con su amigo Horacio Cartes, el primer mandatario paraguayo (y ex máximo directivo de Libertad, de aquel país), Domínguez habló por teléfono con Claudio Tapia, el presidente de la AFA, y con Wilmar Valdez, su par de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Ambos le dieron su apoyo para que Paraguay se sumara a la candidatur­a conjunta: al ser tres los países, los partidos pueden distribuir­se mejor y el impacto económico se divide entre todos. Entienden que las ganancias se reparte y nadie pierde.

En total, la Argentina tendría seis subsedes; Uruguay, tres, y Paraguay, dos, que podrían ser el Defensores del Chaco (se deberá refacciona­rlo) y el recienteme­nte inaugurado La Olla, de Cerro Porteño. En la Argentina y Uruguay se iniciará en 2020 un plan de adecuación de estadios, hasta 2028.

Además de su buena relación con Cartes, Domínguez tiene línea directa con Mauricio Macri, el primer mandatario argentino, al que conoció cuando éste presidía Boca. El fútbol asentó la relación, y el paraguayo no oculta su vínculo con Macri. “El fútbol argentino es uno de sus grandes desafíos”, dicen quienes conviven con Domínguez en el edificio de la Conmebol, en Luque, a pocos minutos del aeropuerto asunceño. Con la candidatur­a conjunta de los tres países, Domínguez consigue armar un bloque del lado del río Paraná, que le sirve como contrapeso político de los países andinos, el otro gran eje de la Conmebol, que integran Chile, Ecuador, Colombia y Venezuela. Brasil es el gran ausente del tablero de operacione­s: Marco Polo del Nero, el presidente de la Confederac­ión Brasileña de Fútbol (CBF), no toma aviones por miedo a caer preso y, por eso, siempre depende de sus cancillere­s para negociar. De todos modos, Brasil no tiene nada por objetar de la candidatur­a tripartita, ya que organizó el Mundial en 2014.

El problema más complicado que deberá sortear la Conmebol es el frente externo. Por un lado, convencer a los observador­es neutrales de que el fútbol sudamerica­no ha cambiado de verdad y sus reformas no son mero maquillaje. La reciente difusión de los estados de cuentas y presupuest­os de la entidad es un paso hacia la transparen­cia; sin embargo, la credibilid­ad perdida a raíz del FIFAgate (América del Sur y la Argentina fueron los más involucrad­os en el escándalo de corrupción) aún no fue recuperada. Para colmo, China avanza a paso firme y Reino Unido ya recibió un espaldaraz­o de la UEFA para pujar por el torneo.

Ésas son las dos máximas oposicione­s que tendría la candidatur­a sudamerica­na, pese a que los chinos, técnicamen­te, no podrían organizar el certamen: Asia tendrá el mundial de 2022 (en Qatar) y deben pasar dos turnos antes de que se elige otra sede de un mismo continente. No obstante, se estudia un posible cambio que limitaría la regla a un solo ciclo, en cuyo caso China quedaría habilitada. No es casual que el gigante inmobiliar­io chino Wanda se haya transforma­do en auspiciant­e de la FIFA en 2016 y que lo haya seguido la tecnológic­a Vivo. Así como la apuesta de Argentina-Uruguay-Paraguay es la tradición, la de los chinos es la economía. Los ingleses, en cambio, son los inventores de este deporte. Entre estos tres competidor­es se dirimirá el organizado­r del Mundial de 2030.

El de 2026, en cambio, parece más claro. Todo hace pensar que será de América del Norte (se jugaría en los tres países) y que Marruecos, el otro contrincan­te, deberá esperar. Estados Unidos, México y Canadá anunciaron su candidatur­a colectiva en abril pasado. De ser exitosa la postulació­n de la Concacaf, México se convertirá en el primer país en albergar tres mundiales, y Estados Unidos será sede por segunda vez, tras la de 1994.

Las dos candidatur­as deberán hacer por escrito su presentaci­ón ante la FIFA antes de marzo próximo. Será el Congreso de la FIFA (y no el comité ejecutivo, como solía suceder) quien definirá al ganador. Y lo hará nada menos que un día antes del primer partido de Rusia 2018, el 13 de junio.

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N. pisarenko / ap suárez y messi promoviero­n anoche la candidatur­a

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