Una ausencia y muchas presencias
Como pocas veces, una ausencia multiplica tantas presencias. Y no se trata sólo de las multitudes que ayer se manifestaron por la aparición de Santiago Maldonado. La concentración en Plaza de Mayo, como el Gobierno temía, terminó con un premeditado ejercicio de confrontación. Anoche, una refriega de incendios, pedradas, gases, balas de goma, heridos y detenidos salió de la plaza para un tenebroso juego de vida y de muerte. La mayoría ya se había ido; quedaban los grupos que tienen por deporte el choque y el palazo.
Pocos, pero agresivos y organizados.
Un hilo que a veces se vuelve invisible une partes distintas de un país que, en su conjunto, no oculta la inquietud por un caso al que, un mes después, le sobra misterio y le faltan datos precisos. La carencia de información bien orientada es la primera presencia inquietante. Una vez más, el Estado –Justicia y Gobierno– se muestra incapaz y moroso en buscar a alguien. El Gobierno tardó mucho en advertir que buscarlo era una obligación institucional que se convertiría en una necesidad política.
Por orden de aparición, el caso Maldonado arroja la primera reacción que tuvo sobre el tema la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. A principios del mes pasado contradijo a los manifestantes mapuches sobre la presencia del joven en un piquete y tomó como propia la versión de la Gendarmería, la fuerza que desalojó ese bloqueo. Privilegió al extremo su buena relación con la fuerza que más la ayudó a luchar contra el narcotráfico. La ministra debió luego tomar alguna distancia de la fuerza y recibir unos cuantos reproches dentro del Gobierno. La suerte política de Bullrich quedó atada a que la búsqueda de Maldonado se aleje de los uniformados que participaron del desalojo.
Pasaron varias semanas hasta que la Justicia redujo la sospecha sobre los gendarmes como una de las hipótesis sobre la desaparición de Maldonado. Para entonces, el kirchnerismo había creído encontrar un tema para remontar una de las consignas que, desconsolado, entonó cuando debió irse del poder. “Macri, basura, vos sos la dictadura.” Simple como temerario: el discurso bendecido por Cristina Kirchner, justo en el momento en el que trataba de rearmarse electoralmente, puede seguirse repitiendo cinco o seis palabras: Maldonado, desaparición forzada, Gendarmería, represión, Bullrich y Macri.
Para hacer explícito el uso espurio de la ausencia de Maldonado debió aparecer Hebe de Bonafini. Esta “semana del agite” por Maldonado –dijo– se justifica porque el artesano era a su criterio “un luchador social”, mientras que Jorge Julio López, desaparecido luego de declarar contra represores de la bonaerense, era una guardiacárcel (su familia aclaró que era un albañil). Tal el enunciado de la teoría del desaparecido bueno y del desaparecido malo.
Los gladiadores de la batalla cultural del populismo primero navegaron la consigna por las redes sociales, luego alentaron algunas marchas que a mediados de agosto terminaron en incidentes y por fin introdujeron el tema hasta en las aulas de chicos de 3 años. El viejo recurso –ahora llamado posverdad– de convertir una sospecha en una certeza fue aplicado para dictar clases alusivas y sesgar supuestos debates escolares. Los gremios docentes pasaron de los paros salvajes a las clases militantes. Sus alumnos fueron destinatarios de ambas cosas, al extremo de abrir en las escuelas la famosa grieta política.
Tan explícito como Bonafini resultó Facundo Jones Huala, el supuesto líder de un grupo mapuche radicalizado. “Este caso nos sirve para explicar nuestra lucha”, dijo a este diario. Años quemando puestos de estancia y haciendo sabotajes para que, al fin, siempre según su lógica, una inquietante ausencia atrajera la atención del país al reclamo de su grupo. Fue muy interesante escuchar su pensamiento, si es que puede aplicarse esa palabra. Jones Huala expresa una especie de marxismo ancestral añadido a la idea de que una raza –en su caso, supuestamente, la mapuche– constituye una nación con derecho a formar un Estado. Adolf Hitler no lo hubiese dicho con tanto desparpajo.
El caso Maldonado ya estalló en Chile, donde Huala es reclamado por la justicia, buscado por diversos desmanes. Ambos países acaban de encontrar un motivo para solucionar en conjunto, mientras aquí y allá buscan dónde está Santiago Maldonado.