Fabricando un desaparecido
No hace mucho tiempo dijimos en esta misma columna que “tirarle un muerto a Macri, no era suficiente”, mucho más importante era “tirarle un desaparecido”.
Que dos encapuchados quieran declarar ante un juez sobre la responsabilidad de la Gendarmería Nacional en el caso de Santiago Maldonado; que el juez les diga que para hacerlo se tienen que identificar porque no es posible tomar una denuncia anónima; que los encapuchados digan que así no lo van a hacer, deja entrever que en ellos hay más actuación que espontaneidad.
Los guiones –quizá sin tener todavía el nombre del desaparecido– estaban escritos desde antes esperando el nombre del mártir, sólo faltaba ese detalle y la foto. Ctera los repartió en distintos formatos según los grupos etarios escolares.
A nadie parece importarle que las acciones que se llevan a cabo en la escuela pública se hagan a costa de los alumnos, los cuales concurren para ser instruidos –ya que la escuela no educa– y no para ser adoctrinados o aleccionados con consignas militantes, pero el ministerio ignora a quienes reclaman.
Macri –y sus seguidores– apuestan a que la gente los continuará apoyando, ya que son la única alternativa a la delincuencia institucionalizada que gobernó doce años, y prefieren sonreír sin reaccionar. Parecería que les importa más que no haya un desborde por parte de la oposición a darles la razón a quienes les permitieron acceder al poder.
Quizá lo que se necesita es una prueba de vida. No de Santiago Maldonado, sino de la democracia, de la República y de quienes tienen la responsabilidad de hacer cumplir la ley a cara descubierta.