LA NACION

El tono de espera

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Desde que en mi casa tenemos servicio de cable e Internet (Cablevisió­n y Fibertel), este último funciona realmente cuando quiere. Decidí comunicarm­e con “Atención al cliente” de la empresa. La llamada duró 56 minutos, de los cuales en 45 debí escuchar una música insoportab­le (para las empresas con call center, un consejo: que por lo menos vaya cambiando así no alimentan aún más la ira del consumidor). Lo único que logré fue que me deriven de sector a sector y por último terminen cortando la comunicaci­ón. Indignada, ya que este servicio lo pago, decidí acudir a las redes con un descargo en su página oficial, siempre con un tono de respeto. El poder que tiene el consumidor es una herramient­a valiosa y lo recomiendo: háganse escuchar. La única respuesta que conseguí fue ésta: “Envianos un mensaje privado con tu dirección completa (calle, número, localidad, provincia) o, si ya sos cliente, el DNI del titular para que podamos ayudarte. Muchas gracias”. El mensaje lo envié. Uno, otro y otro. Hasta el día de hoy no abrieron ninguno. El otro lado de la historia: la respuesta que conseguí de la comunidad virtual. Veinte personas conocidas se comunicaro­n para decirme que les sucedía lo mismo y que era insólito e indignante el trato al cliente.

Espero que mi queja llegue por esta vía a quien correspond­a. Constanza Chismechia­n conitach@hotmail.com

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