LA NACION

El encanto de la Triple Corona muestra su magia

Las potrancas, a las 16.35, y los potrillos, a las 17.45, corren hoy la primera gema, en palermo

- Carlos Delfino

Hay algo mágico que rodea el comienzo de la Triple Corona, en Palermo. Para los potrillos y las potrancas que correrán hoy las Pollas en cada una de sus versiones se trata de una oportunida­d irrepetibl­e. Cada generación tiene una posibilida­d y entre varios miles de caballos que nacen anualmente, apenas un puñado llega a las gateras de esas carreras. Esa condición reglamenta­ria no alcanza a los profesiona­les ni a los propietari­os, que podrían tener revancha doce meses después, pero ellos igualmente viven la llegada de la prueba como si existiera la misma restricció­n. Toda la ilusión está depositada para esta tarde.

Ahí está en primer plano la Polla de Potrillos, con una lista que se redujo a catorce postulante­s (Moriarty no estará) y un grupo de jockeys que van desde el uruguayo Pablo Falero, que a los 50 años buscará su quinto éxito en esta instancia en el país, esta vez con un ejemplar (Pure Quality) que no aparece entre los candidatos,hastaFabri­cioBarroso­y Luciano Cabrera, quienes correrán por primera vez este gran premio, con muy buenas posibilida­des.

Fabricio montará a Puerto Real, con el que ya obtuvo dos clásicos en San Isidro. El jinete tenía sólo 3 años cuando Roberto Bullrich, el entrenador del caballo, inició (y luego completó) el camino célebre de la Triple Corona en 1996, con Refinado Tom, el último héroe. El chico de 24 años y el preparador de 61 ya forman una sociedad hace tiempo. A Cabrera le respetaron la silla de The Great Day, con el que fue segundo el mes pasado, al hocico. “El potrillo metió una mano en un pozo faltando unos metros y creí que nos caíamos; por eso perdió”, sostiene.

Su verdugo fue Juan Noriega, con Amiguito Ciro, que ganó sus dos carreras. El cordobés intenta desde 2000 volver a festejar en esta cita. Como entonces con City West, Roberto Pellegatta es el cuidador que confía en él. En rigor, Pelle siempre lo ha hecho desde que Chupino desembarcó en Buenos Aires en 1991. Para Carlos Monayer, propietari­o y criador del invicto, el tren vuelve a pasar por su estación. En 2008 levantó la copa con Mi Amiguito y tener la chance de repetir aquella escena no tiene precio. Lo mismo sucede con el stud Santa Elena, que pone en la cancha a Crackspeed y a Daniel Boone para intentar conseguir lo que Le Blues les dio en 2015.

Gerónimo García se apilará en Grito de Amor, con el que obtuvo sus únicos dos Grupo 1, el último por 13 cuerpos. Las tres veces que corrió una Polla fue con el patito feo de una yunta. Ahora le toca ser el jockey en el que confiaron los del stud Patero, de Gualeguay, un grupo de amigos que casi no duerme pensando en cada paso del potrillo, que incluyó viajar el martes pasado, hospedarlo en San Isidro y hacer un galope de reconocimi­ento en Palermo anteayer.

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Carlos lares Grito de amor cambia el césped por la arena

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