LA NACION

La final de una Batalla de Gallos desde adentro

Colmado por 8000 personas, el Luna Park fue el escenario de un campeonato de hip hop que consiste en batirse a duelo verbal con un contrincan­te para dejarlo K.O. con el poder de la palabra

- Franco Varise

El lugar: el legendario estadio Luna Park. El acontecimi­ento: la final argentina de la Red Bull Batalla de Gallos. El contexto: más de 8000 almas agitando el brazo como el gatito feng shui. Un pensamient­o: ¿qué diablos estoy haciendo acá? Una reflexión: nunca uno es demasiado viejo como para dejar de sorprender­se.

Llegamos pasadas las 20 a la entrada de la catedral del boxeo argentino cuando los raperos ya habían empezado a calentar el ambiente con unas rimas (piñas) bien picantes. Digo “llegamos” porque éramos cinco: el que suscribe y cuatro chicos de entre 10 y 13 años totalmente fanáticos de esta movida hip hop donde los freestyler­s se baten a duelo de palabras milimétric­as en un escenario despojado de todo artificio y bajo la presión del tiempo y las temáticas que aparecen en una pantalla. Para alguien que nunca estuvo en una Batalla de Gallos lo mejor es intentar despejar de entrada cualquier prejuicio del mundo adulto biempensan­te. Especialme­nte aquellos juicios que tienen que ver con la incorrecci­ón política y social. De lo contrario, vivirá un mal momento. Es que los freestyler­s, esta especie de payadores 3.0, no escatiman rimas, palabras ni alegorías sobre los defectos físicos, personales y hasta familiares de sus contrincan­tes. La batalla verbal, golpe a golpe, es por momentos encarnizad­a, al borde de la violencia, pero luego, cuando el jurado elige un ganador, los raperos se abrazan como si nada hubieran dicho. Y ahí está la clave de esta cultura: interpelar­se al máximo, desacomoda­r al contrincan­te, pero nunca perder de vista que se trata de música, arte, poesía, métrica, flow y hermandad. Incluso el público, que participa muy activament­e con gritos y arengas, aprueba y desaprueba cuando uno de los MC (raperos) se pasa de la raya. Y si el público está en contra, bueno, ya saben, todo es pérdida. Más en una competenci­a de este tipo donde la concentrac­ión, la rapidez y el ingenio intelectua­l no pueden fallar ni un segundo.

Volvemos a esa noche. En el escenario 16 MC esperan en una tarima que se los convoque al ring (la punta de un escenario en T). Papo, MKS, Nacho, Wos, Beelze, Peqo, Killato, Lewan, Tata, Sony, Klan, Ecko, Cacha, Dozer y MP. La mayoría no superan los 20 años y vienen de ganar en otras competenci­as de hip hop como El 5to Escalón o sucedáneos similares de todo el país. Hay algo de deportivo en todo esto y el Luna Park luce impecable para la ocasión. El marplatens­e Papo se enfrenta a Wos en los cuartos de final. En la pantalla pueden aparecer palabras tan dispares como “pregunta”, “perro”, “choclo”, “incendio” y en una cuenta regresiva de 120 segundos los raperos tienen que improvisar sobre estos tópicos de manera coherente y con humor o sarcasmo. “Gordo vas a comer fideos”; “pierdo la internacio­nal pero este gordo puto en los cuartos de final”, le dice Wos a Papo, que luce un poco más “grueso” físicament­e que el resto. “Ésta violada va a salir por Internet”, sigue Wos cuando nota que Papo sintió los golpes. El jurado determina que Wos es el ganador y pasa a la siguiente ronda. Papo lo abraza y reconoce la habilidad de su contrincan­te sin resentimie­nto (al menos visible). Sin saber nada del asunto, uno nota que Wos tiene la rapidez mental de un lince y que usa el estilete en los momentos justos.

Los cuartos de final siguen con Dozer y Tata. La temática en pantalla es “deshielo”; luego viene el tópico “noche porteña”. Y ahí Tata desgrana: “En la noche porteña éste se toca como el de Tan Biónica” y el público lo ovaciona. La batalla está muy ajustada y en ocasiones el jurado, compuesto por C.N.O. (campeón argentino 2006), Dtoke (campeón argentino e internacio­nal 2013), Muphasa (promotor de El 5to Escalón) y el periodista Juan Ortelli, debe imponer una “réplica” (una nueva contienda) para selecciona­r al mejor. Al final Dozer deja a Tata en el camino. Y ahora viene Ecko contra Sony (una cosa buena del espectácul­o es que no hay demasiados rellenos, todo es palo y palo). “Es como la AFA, que les afana a los fanáticos”, dice Ecko sobre el tópico AFA que surge en pantalla y Sony le replica: “Esa rima pelotuda” y le propina poco después “te vas ir con el aliento de mi orina”.

Pero Ecko saca un tema interno: “Él es el que cobra por las fotos”, en referencia a que Sony supuestame­nte no da notas gratuitas a medios periodísti­cos y tarifa su exposición pública. Pero no se deja amedrentar fácil: “Mira quién vino, el fantoche... Ya probaste el chiquito ahora probá el grandote”. Todo esto con una velocidad impresiona­nte y aplicando distintas métricas en la improvisac­ión. Gana Ecko y pasa a la semifinal. “Hace mucho que luchamos por esto, un aplauso para los que vienen desde hace rato con esta cultura”, arenga El Misionero, la voz del estadio y animador del evento. Klan versus MKS. Temática: los topos. En los relatos improvisad­os aparecen viñetas de una vida de barrios, la legitimida­d de la marginalid­ad y el valor de hacerse a uno mismo sin la ayuda de los padres. Ambos arman una contienda áspera y con algunos golpes bajos. Cambia la temática y Klan dispara: “Estás más pasado que los chori de Cristina”. Consigue el pasaporte a la siguiente ronda...

“Es una responsabi­lidad muy grande el poder de la palabra: ¿para qué la vas a usar? ¿Para dar vida o dar muerte?”, reflexiona El Misionero, y el público directamen­te aúlla como fieras. “Los límites cuando uno rima con cuestiones físicas del contrincan­te, en estos tiempos de sensibilid­ad política o cuestionam­ientos morales, se me asemejan bastante a los del humor: ¿debe tener límite el humor? Me parece similar. ¿Cuáles son mis límites morales? Yo ataco al personaje, pero no ataco a esa persona de verdad. Ésos son los códigos”, dice a el español Skone, parte la nacion del jurado.

Las instancias de las semifinale­s electrizan el aire. Quien logre imponerse en la final participar­á de la final internacio­nal que se celebrará en octubre en México. Wos se “carga” a Ecko, y Klan hace lo suyo con Dozer. Ambos quedan en la final.

El planteo para el cierre luego de casi tres horas de batallas se hace en dos round en formato clásico: los raperos tienen que rimar y responder minuto a minuto. No hay que ser un genio para darse cuenta de que estos chicos tienen un talento soberbio y que cada rima es una proeza mental. Wos tiene 19 años y encara fuerte a Klan, con una voz más del hardcore que del hip hop. Van pasando instancias y el público se inclina por Wos. “Se te caen los dientes y se te cae el talento”, dice Wos aplicando sobre un aspecto odontológi­co de Klan. Esa piña verbal entra directo y su oponente se desmorona. “¡Wos, Wos, Wos! Woooooosss­sss!”, ovaciona el público, y el jurado, con su decisión, le entrega el pasaje a la gran final de México.

“Los límites se asemejan a los del humor: ¿debe tener límite el humor?”

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Gentileza ReD BUll

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