Acuña. “Los alumnos de 5° año no van a trabajar, sino a formarse”
La reforma educativa porteña, según la ministra
Ala ministra de Educación de la ciudad, Soledad Acuña, le interesa poner varias cosas sobre la mesa. Lo hace con suavidad, en apariencia, pero con firmeza, en realidad. Y señala: “El lanzamiento de la reforma «Secundario del futuro» el año que viene en 17 escuelas estatales porteñas no es una prueba piloto, sino un plan de implementación”; es decir, decisión tomada, primera etapa.
“No hay que pensar las prácticas educativas que se exigirán en 5° año con el formato que teníamos antes de «ir a una empresa» como si fuese solamente ocupar una silla que ocuparía un adulto a ver qué se siente”, refuta Acuña, y desarrolla: “Los alumnos irán con un objetivo educativo y pautas específicas y con un seguimiento pedagógico porque esa práctica también va a ser evaluada”. Y finalmente rechaza de plano una de las críticas que algunos centros de estudiantes secundarios porteños sostienen desde que empezaron a conocerse detalles de la reforma: el temor a una precarización laboral que acarrearían esas prácticas educativas. “Ese temor surge de la falta de información”, dice, tajante. En una entrevista exclusiva con
la nacion, Acuña dio el panorama más completo sobre el modo en que cambiará la vida de los estudiantes secundarios, y sus familias, desde el año que viene. Una reforma que afectará primero a 2700 chicos de primero y segundo año en 2018 y llegará a los 84.000 estudiantes en 2021. –La personalización de la experiencia escolar es una de las claves de la reforma, con la figura del tutor en un rol destacado. ¿Cuántos tutores habrá y por qué es tan clave su rol? –En general, serán uno o dos tutores colectivos por clase en la escuela. El tutor acompaña al alumno en todo su proceso dentro de la escuela y después, siempre desde la escuela, en el momento de la práctica individual. Todo este proceso empieza desde antes de ingresar al secundario, con el lanzamiento del “curso de articulación”, que ahora pasa a ser “la previa” de la secundaria, donde vamos a trabajar sobre los trayectos individuales de los chicos. –¿Al llegar a 5° año se suma además un tutor por alumno para la práctica fuera de la escuela? –Así es. Porque en esa misma clase, en esa misma orientación, puede haber distintos tipos de prácticas. Por ejemplo, si van al Teatro San Martín a hacer su práctica, puede darse que algunos alumnos estén en el área de escenografía y otros, en administración cultural. Eso va a determinar el tipo de actividad, seguimiento y tutoría que requiere según el objetivo concreto que se determine en cada práctica. Lo clave de todo esto es pasar a una dinámica distinta de cómo sucede la vida de la escuela, donde el eje ya no es “los estudiantes”, sino cada uno de ellos con su proyecto individual y su tránsito particular dentro de la escuela. No hay que pensar esta práctica educativa con el formato que teníamos antes de “ir a la empresa” como si fuese solamente ocupar una silla que ocuparía un adulto a ver qué se siente. Van con un objetivo educativo y pautas específicos y con un seguimiento, porque esa práctica también va a ser evaluada. –¿La mirada del tutor del lado de la organización será parte de la evaluación? –Sí, aporta una evaluación conceptual. Suma desde lo conceptual, pero la calificación es del sistema educativo. –En 5° año ese trabajo personalizado del lado de las organizaciones tendrá que hacerse con cerca de 12.000 alumnos. ¿De dónde van a sacar tantos tutores? –Tiene que ser alguien que trabaje en el lugar en el que se haga la práctica. Personal del Estado, de la organización social, de la empresa. –¿Pero esas organizaciones tienen esos recursos humanos como para recibir a chicos de 5° año y poder aportarles algo
interesante? –Hoy pasa con las escuelas técnicas, que ya están haciendo prácticas profesionalizantes. –Pero, en ese caso, son muy pocos alumnos.
–Es verdad. La escala es la diferencia, por supuesto. Confío en que podemos hacerlo. Yo insisto en el concepto de “ciudad educadora” porque estoy convencida de que la transformación no la vamos a hacer solamente desde el ministerio: todos los actores de la sociedad tenemos que hacer y decir cosas en términos de la educación. Y desde ese lugar me reúno permanentemente con organizaciones sociales, empresas, cámaras e instituciones intermedias que todo el tiempo nos dicen cómo ven la secundaria y las falencias de los chicos cuando salen de ella, lo mismo desde ámbitos de educación superior, terciarios y universitarios, y siempre mi contraparte es: “¿vos qué podés hacer por esto?”. Desde los que están por fuera del Estado hay vocación genuina de abrir espacio para esta transformación. No sólo en empresas, porque con la Universidad de Buenos Aires, por ejemplo, venimos trabajando con el CBC. –El empresariado argentino no ha tenido las mejores prácticas en términos de innovación y productividad. ¿Por qué pensar que ese sector tiene tanto para aportarles a chicos de 5° año? –Hay un montón de sectores en la ciudad que han desarrollado prácticas innovadoras, desde el emprendedorismo, la industria del software, las instituciones culturales y las organizaciones sociales. Cuando decimos que la escuela se tiene que transformar es parte de que como sociedad tenemos que ir transformándonos a la par del cambio de era. –Algunos centros de estudiantes secundarios plantean el riesgo de una precarización laboral encubierta y de la transformación de la escuela en fuente de mano de obra barata. –Ese temor es falta de información. –Otra de las objeciones es que hay contenidos de 5° año que no podrán desarrollarse a expensas de las prácticas profesionalizantes. –Por un lado, todo un primer cuatrimestre está focalizado en trabajar sobre contenidos de acuerdo con los objetivos de aprendizaje. Por otro, si pudimos transmitir esos contenidos para que los chicos los transformen en acción concreta en la práctica educativa, van a poder ir siendo evaluados. Por eso, la inteligencia más importante que tenemos que tener es en cómo construimos esas prácticas educativas para que sean procesos educativos. No quiero que vayan a entrenarse para el día de mañana. Quiero que vayan a consolidar su proceso de conocimiento en la práctica y no que se planteen que cuando vayan a trabajar y sean grandes va a ser así. Se trata de seguir aprendiendo, estudiando y siendo evaluado en ese proceso.