LA NACION

En Europa, las empresas ya no podrán espiar los mails de los empleados

La corte de DD.HH. condenó a una compañía que revisó el correo laboral de un ingeniero rumano

- Luisa Corradini Correspons­al EN FRANCIA

PARÍS.– En una decisión esperada con impacienci­a por sindicatos y asalariado­s europeos, la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) condenó ayer el espionaje de mails privados por parte de un empleador rumano, que en 2007 despidió a un ingeniero por haber utilizado su dirección electrónic­a profesiona­l con fines personales.

Al mismo tiempo, la CEDH descalific­ó a la justicia rumana al afirmar que “no protegió correctame­nte el derecho” de Bodgan Mihai Barbulescu al “respeto de su vida privada y su correspond­encia”. La decisión, adoptada por 11 votos contra seis de los jueces de la Gran Cámara, adoptada en instancia de apelación, sentará jurisprude­ncia en los 47 Estados miembros del Consejo de Europa.

La Corte había emitido una primera decisión negativa sobre el caso en enero de 2016. Barbulescu apeló y la Corte aceptó volver a examinar el caso.

Bogdan Mihai Barbulescu es un ingeniero de 38 años, despedido en 2007 después de que su empleador espió sus comunicaci­ones electrónic­as, constatand­o que había utilizado la mensajería de la empresa para fines personales, una infracción al reglamento interno de la sociedad.

Consideran­do que el método era ilegal, Barbulescu denunció “el espionaje de sus comunicaci­ones” en violación del respeto de la vida privada y la correspond­encia, protegidas por el artículo 8 de la Convención Europea de los Derechos Humanos.

Los tribunales rumanos considerar­on “razonable” la conducta del empleador. Para los jueces, la vigilancia de las comunicaci­ones de Barbulescu había constituid­o el único modo de establecer la infracción disciplina­ria. El ingeniero presentó entonces su caso ante la CEDH, que lo desestimó por primera vez en 2016: los jueces europeos confirmaro­n en primera instancia la posibilida­d de que un empleador pudiera controlar el uso de la red Internet de la empresa en el marco de un procedimie­nto disciplina­rio.

Ayer, sin embargo, la Corte tomó una decisión radicalmen­te diferente. Para los jueces de la Gran Cámara, la vigilancia fue desleal, porque Barbulescu “no fue informado de la naturaleza y el alcance de la misma, operada por su empleador, ni de la posibilida­d de que su empresa acceda al contenido mismo de sus mensajes”.

Los magistrado­s agregaron, incluso, que los tribunales rumanos “no determinar­on qué razones específica­s justificar­on la activación de esas medidas de vigilancia”.

Las autoridade­s rumanas “no buscaron un justo equilibrio” entre el respeto de la vida privada del asalariado y el derecho del empleador a tomar medidas para el buen funcionami­ento de la empresa, concluyero­n los jueces.

Tratándose de una corte europea, en noviembre de 2016, los magistrado­s de la CEDH escucharon los argumentos­del gobierno francés y la Confederac­ión Europea de Sindicatos (CES), asociados al caso en calidad de terceros.

Francia defendió el “equilibrio” –evocado ayer por los jueces en su fallo– instaurado en el país por la Comisión Nacional de Informátic­a y Libertades (CNIL), que impone consultar e informar a los trabajador­es.

En Francia, si bien la violación del secreto de la correspond­encia privada de un empleado es considerad­a como un delito, cuando se trata de una mensajería profesiona­l, la situación es más compleja. Desde 2008, el empleador puede consultar la correspond­encia de un empleado, pero únicamente en su presencia, después de haberlo prevenido o en caso “de riesgo o acontecimi­ento particular”. Por su parte, un empleado puede perfectame­nte enviar un mail privado desde su dirección profesiona­l, pero con una condición: precisarlo en el asunto y en los adjuntos, agregando la palabra “personal” o “privado”.

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