El accidente tampoco se llama “icardi”
F ueron 309 minutos sin hacer un gol, que empezaron a correr cuando Messi cambió por festejo aquel penal contra Chile. Los cortó el rústico Rolf Feltscher, un suizo que juega para Venezuela y anoche tuvo la involuntaria delicadeza de embocar en su arco un centro de Acuña. Ese momento, el del impacto del gol cuando los nervios por el 0-1 dominaban el Monumental, podría haber sido una bisagra en la noche. Pero, como tantas veces en este serpenteante camino hacia Rusia, la oportunidad pasó de largo.
Lo que hizo Feltscher se ajusta a lo que los entrenadores pretenden: que el gol sea un accidente. Es decir, que lo haga cualquiera, porque el fútbol tiene mucho de estudio y jugadas ensayadas pero también de improvisación, de repentización. Claro que este accidente fue más literal que metafórico; él no quiso hacer eso. Encerró una paradoja: su pie zurdo hizo lo que no pudieron los millonarios cuerpos de los afamados delanteros argentinos.
Que la selección tenga 16 goles en 16 partidos –sólo Bolivia está abajo en esa tabla– es un dato demasiado contundente. Tanto como la falta de justeza de semejantes atacantes. Si el que no juega se cotiza, entonces las horas que vienen serán en algún sentido valiosas para Higuaín –no convocado– y Agüero –no tuvo minutos en estos dos partidos–. No tanto para Mauro Icardi, que apenas participó en el juego en Uruguay y anoche falló las cuatro oportunidades que tuvo en el primer tiempo y se desvaneció en el segundo.
Pero esa triple lectura sería como mentirse al solitario: aunque la desesperación invite a creer que un manotazo puede ser solución, en el fútbol, como en la vida, nadie se salva solo.