LA NACION

Un rival repetido para un capítulo pleno de angustia

- Alberto Cantore

otra vez Perú en la hoja de ruta de la Argentina. otra vez rival en una instancia decisiva para la selección en las eliminator­ias. Como en 1969, 1985 y 2009, el conjunto incaico tomará examen rumbo a una Copa del Mundo. otra vez Buenos Aires será la sede de un juego que marcará el pulso, que alimentará un sueño o llenará de dudas. El destino se empecina en que Perú sea el escollo, sortearlo posibilita­rá mirar con esperanza el desembarco en Rusia, el próximo año.

La historia se repite, el cuarto episodio de la saga se jugará el 5 de octubre en el Monumental, ahí donde la Argentina logró gol es agónicos que valieron la clasificac­ión a México ’86 y encarrilar­se hacia Sudáfrica 2010. Dos goleadores, dos N °9 de área, desataron el nudo. El 10 de octubre de 1999, bajo una lluvia que caía con furia, Martín Palermo rescató del abismo el ciclo Mar a dona. Como ahora, Perú fue el adversario en la ante última jornada de las eliminator­ias; sorprendió Rengifo, a los 45 minutos del segundo tiempo, y marcó el 1-1. Elegido para protagoniz­ar capítulos de ensueño, Palermo empujó un centro de Federico Insúa, provocó el desahogo de todos y un festejo alocado de Maradona, que barrenó de pecho el césped del Monumental.

Veinticuat­ro años antes, el 30 de junio de 1985, el héroe fue Ricardo Gareca. La Argentina perdía 2-1; Luis Reyna controlaba a Maradona con una marca asfixiante, al límite del reglamento. Las esperanzas de llegar a México ‘86 se estrangula­ban. El Tigre, actual entrenador de Perú, que se relanzó rumbo a Rusia 2018, marcó en la agonía el gol más importante de su rica trayectori­a: remató Daniel Passarella, la pelota rebotó en Eusebio Acasuzo y el artillero, sobre la línea, revivió el ciclo Bilardo. Con su festejo generó un paso fundamenta­l de un recorrido que finalizarí­a con la Copa del Mundo en las manos del capitán Maradona en el estadio Azteca.

A las dos jornadas de sonrisas las antecedió una de desolación. El 31 de agosto de 1969, en la Bombonera, la Argentina debía ganar, no existía otro resultado, para sacar el boleto a México 1970. La AFA intervenid­a, el presidente de facto Juan Carlos onganía designaba a dedo y Raúl D’onofrio, padre del actual máximo dirigente de River, estaba al frente cuando por primera vez la selección se quedó por primera vez sin mundial en una eliminator­ia. Fue 2-2, un carrousel de emociones: tres goles en seis minutos... Resultó insuficien­te.

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