Cuestión de categoría
La Argentina se juega a partir de mañana en Kazakhstán la permanencia en la Davis
ASTANA, Kazakhstán.– Hace diez meses, cuando una desaforada montaña humana se derrumbaba sobre el cuerpo de Federico Delbonis, en plena superficie dura del Arena Zagreb, ni el más pesimista sospechaba que tan pronto la Argentina iba a tener en jaque su lugar en la elite. Cuando el equipo capitaneado por Daniel Orsanic conquistó la Copa Davis, despojándose de un karma dañino y estresante, se razonó que el contagio y el prestigio servirían para impulsar el desarrollo del tenis en el país, cicatrizar viejas heridas y no tropezar con las piedras del pasado. Algunas intenciones se cumplieron; otras, no.
En lo deportivo, el equipo sufrió un pronto revés, frente a Italia en Parque Sarmiento, en una serie opaca y en la que del póquer que había competido poco antes en Croacia apenas Guido Pella y Leo Mayer (éste actuó sólo en dobles) estuvieron presentes. Kazakhstán, sobre superficie dura y bajo el techo del Centro Nacional de Tenis, es ahora el desafío para la Argentina, que tiene al bahiense Pella, dos debutantes (Andrés Molteni y Machi González, citados, en principio, sólo para el dobles) y Diego Schwartzman, en la mejor temporada de su carrera, que lo tiene 28º en el circuito.
Esta serie, que empezará mañana a las 3 de Buenos Aires (el sorteo estaba previsto para la madrugada de hoy), posee para los argentinos una carga emocional extra. Nadie
menciona la palabra “descenso”, pero se sabe que un golpe kazako implicaría retroceder a la Zona Americana, algo que sería muy negativo en lo deportivo y lo económico para una Asociación Argentina de Tenis que, además, tendrá elecciones presidenciales en abril próximo.
En Kazakhstán, el noveno país del mundo en superficie y ubicado a 16.000 kilómetros de la Argentina, no están Juan Martín del Potro, Delbonis ni Mayer. Sin embargo, por piezas individuales, el visitante goza de cierto favoritismo. Es verdad que la Copa Davis es menos previsible que el circuito ATP y todo puede pasar. De todos modos, nadie en el equipo argentino es pesimista; al contrario. Las últimas horas fueron distendidas en el grupo, aunque sin perder de foco la responsabilidad.
La subestimación sería un error que Orsanic, el capitán del barco, no permitiría. “Cuando se llega a ciertas instancias incómodas, como podría serlo ésta, no hay que pensar en lo que se podría haber hecho. Hay que afrontar el desafío. El rival también puede ganar, pero hay que competir. Ojalá lo logremos, porque nos preparamos bien. La Argentina está en el Grupo Mundial desde hace muchos años; es un mérito enorme que no han tenido ni las mejores potencias. Y lucharemos por seguir”, expresa Schwartzman, el muchacho eléctrico de 25 años que está jugando el mejor tenis de su vida y que sabe que se debe una buena tarea por la Davis (dos derrotas en singles y una en dobles en 2015).
“Cada serie tiene su valor. Ésta es decisiva, como la final del año pasado. Si bien Machi y Molto [Molteni] son debutantes, su madurez ayuda a lidiar con el estreno. Diego y Guido son muy amigos, se conocen desde hace muchos años, y también conocen mucho a Molto y Machi. Todos tiran para adelante, bromean, comparten sensaciones. Es una buena preparación; después hay que jugar y allí está la verdad”, sostuvo, por su lado, Orsanic, que terminará su tercera temporada como capitán y luego de la serie tomará unas semanas para pensar sobre su futuro.
Diez meses después del título tan añorado, el panorama es bien distinto. Pero en el equipo nacional sobra optimismo como para 2017 quede como sólo un mal recuerdo.