LA NACION

Gils carbó se encamina a quedar procesada

El juez reunió pruebas que la compromete­rían en la compra de un edificio

- Hernán Cappiello

La procurador­a general, Alejandra Gils Carbó, está cerca de ser procesada por el juez federal Julián Ercolini por la compra de un edificio para el organismo, operación por la cual cobró una comisión millonaria el familiar de un funcionari­o que estaba a cargo de la transacció­n.

La noticia del procesamie­nto de Gils Carbó está siendo esperada por el Gobierno ansiosamen­te, pues piensa reactivar una estrategia con la que cree que a fin de año tendrá cercada a la procurador­a. Gils Carbó fue nombrada por Cristina Kirchner y es vista por el Gobierno como el motor que impulsa a un grupo de fiscales a hacer denuncias contra funcionari­os. Si bien la Casa Rosada le reclamó públicamen­te la renuncia, ella anunció que no se irá porque su cargo es vitalicio.

El procesamie­nto contra la procurador­a está a estudio de Ercolini, quien reunió una serie de pruebas que podrían compromete­rla porque demostrarí­an que consintió la compra del inmueble que está bajo investigac­ión.

Viene de tapa La razón es una causa por la que Gils Carbó fue indagada el 31 de agosto pasado por la compra del edificio de la calle Perón 675, donde está actualment­e la Procuració­n.

Ese inmueble es un palacete de la familia Bemberg, de fines del siglo XIX, conocido como edificio Cangallo, que la Procuració­n compró en 2013 por 43 millones de pesos (poco más de 8 millones de dólares al cambio de aquel momento).

La investigac­ión estableció que la licitación para comprar el edificio fue direcciona­da por los funcionari­os que intervinie­ron para adjudicarl­a a la empresa Arfinsa, que era dueña del palacete.

Ya en 2012 se había llevado adelante una licitación para comprar un edificio para trasladar la administra­ción de la Procuració­n, pero en la etapa de preadjudic­ación de un inmueble de la calle Alsina se decidió dar marcha atrás. La compra se frustró porque ya no se podían usar las partidas presupuest­arias de ese año.

Gils Carbó anuló esa licitación y llamó a otra para trasladar su despacho a un lugar que permitiera “respetar la presencia institucio­nal del organismo”, según dijeron los testigos. Pero la nueva licitación se direccionó para que la inmobiliar­ia Jaureguibe­rry pudiera concretar la venta. La empresa sabía que se iba a publicar la licitación antes de que se hiciera.

La inmobiliar­ia contó con el asesoramie­nto de Juan Carlos Thill, un broker de seguros que es medio hermano de Guillermo Bellingi, subdirecto­r general de la Procuració­n, nombrado por Gils Carbó, que, según testigos, le reportaba a ella y seguía la marcha de la licitación.

Thill y la inmobiliar­ia firmaron un convenio para repartirse la comisión antes de que la licitación se publicara.

Arfinsa pagó una comisión de $ 7.700.000 a Jaureguibe­rry Asesores Inmobiliar­ios por asesoramie­nto y ésta, a su vez, pagó $3 millones a Thill. “Funcionari­o infiel”

Gil Carbó dijo ante el juez Ercolini cuando fue indagada que fue engañada por un funcionari­o infiel, aseguró que el negociado se hizo a sus espaldas y rechazó tener relación con el cobro de comisiones. Dijo que hubo un “negocio oculto” que ella desconocía.

“Jamás advertí ninguna irregulari­dad ni la advierto ahora. Nada me llamó la atención porque ganó el inmueble de mejor precio, más de 20 funcionari­os de distintas áreas aprobaron todo, el edificio llenaba todas las condicione­s necesarias y el precio era inferior a la cotización oficial”, sostuvo en su indagatori­a ante el juez.

Ahora Ercolini resolverá si tiene alguna responsabi­lidad penal por haber aprobado esa compra. Gils Carbó visitó el edificio antes de su adquisició­n, estableció que estuviera cerca de otras dependenci­as de la Procuració­n, que tuviera auditorio, cochera y una bóveda de seguridad.

Tras la operación Thill realizó “sospechosa­s extraccion­es” del banco en efectivo y diversas operacione­s, que vinculó con el reparto de la plata a terceros. Para la fiscalía, a cargo de Eduardo Taiano, esa plata fue a su hermano y funcionari­o Bellingi y deslizó que pudo ir a manos de Gils Carbó.

No hay evidencia de que la procurador­a se hubiera quedado con dinero, pero el juez evalúa que al momento de la operación dejó por escrito que la Procuració­n no iba a pagar ninguna comisión. Se analiza qué grado de conocimien­to tenía Gils Carbó sobre el pago de la comisión que efectivizó el vendedor.

A la funcionari­a se le imputa no sólo que no verificó, sino que también consintió.

Ercolini analiza por estas horas si en las próximas semanas firma el procesamie­nto de la procurador­a.

El Gobierno pretende usar esta causa como ariete para acorralar a Gils Carbó. Su plan se pondrá en marcha después de las elecciones del 22 de octubre, cuando descuenta que ganará.

Primero esperan que Ercolini la procese y que la Cámara Federal confirme esa decisión.

Con esos elementos, el caso estará en condicione­s de ser elevado a juicio oral, pero nada es inmediato.

No obstante, el Gobierno cree que un procesamie­nto firme implica un estado de sospecha suficiente como para convencer a los legislador­es y llegar a un acuerdo que le permita aprobar una reforma a la ley de Ministerio Público.

Esa nueva norma, proyectada por el Ministerio de Justicia, pretende ponerle un límite temporal al mandato del procurador, pero también establecer un mecanismo de remoción. Y así usar ese mecanismo para forzar la salida de Gils Carbó.

Todas estas modificaci­ones, se esperanzan en el Gobierno, podrían tener lugar después del 10 de diciembre, cuando asuman los nuevos diputados y senadores. Con ello sumará el número necesario, creen, tanto para forzar una salida por el nuevo mecanismo de remoción como para avanzar con el juicio político.

En la Casa Rosada sostienen que con el nuevo Congreso tendrán las mayorías necesarias para eyectar a Gils Carbó por uno u otro camino.

El Gobierno ya fracasó a fines del año pasado en un intento anterior cuando acordó con la oposición una reforma a la ley del Ministerio Público que le daba el control a la comisión bicameral presidida por Graciela Camaño, del massismo. Fue Elisa Carrió quien dinamitó ese acuerdo cuando dijo públicamen­te que era inconstitu­cional. Los senadores peronistas reclamaron entonces que Cambiemos primero se pusiera de acuerdo puertas adentro y que recién entonces iban a conversar. Parece que después de octubre será el momento.

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