LA NACION

Una task force del Gobierno para hacer frente al delito.

Inspeccion­an “puntos calientes” mediante operativos conjuntos de varios organismos

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¿Cómo se combaten las ferias ilegales, las “cuevas”, la comerciali­zación de cosas robadas, o truchas, o de contraband­o? “Con una task force”, piensan en el Ministerio de Seguridad de la Nación, que lleva adelante grandes operativos en “puntos calientes” con inspectore­s de la AFIP, Aduana, Migracione­s y Seguridad Social, en coordinaci­ón con la Ciudad y la provincia. Y el despliegue de una fuerza de seguridad.

La metodologí­a empezó a ponerse en práctica durante la jefatura de Mauricio Macri en la Capital y después la llevaron al gobierno nacional. Al menos una vez por semana, la task force desembarca en locales o centros comerciale­s sobre los que hay sospechas de irregulari­dad. Los llaman “operativos de control preventivo integral” y pueden llegar a involucrar a decenas de personas.

“Llegamos y empezamos a pedir facturas, documentos, habilitaci­ones –explica Rodrigo Bonini, director nacional de Investigac­iones del Ministerio de Seguridad–. Cada organismo se ocupa de lo suyo. El resultado siempre es muy impresiona­nte: descubrimo­s mercadería falsificad­a, empleados en negro, extranjero­s sin documentos, locales que no tienen autorizaci­ón, venta de celulares robados…”

Bonini dice que lo más innovador es que de esa forma el Estado se hace presente y toma la iniciativa. “No tenemos que esperar a que llegue una denuncia o la orden de un juez. Simplement­e se trata de una inspección. Si encontramo­s algo que no está en regla, procedemos. Y si se está cometiendo un delito, damos parte a la Justicia.”

la nacion asistió días atrás a uno de esos procedimie­ntos, en el Paseo La Estación, que se presenta en su fachada como “el shopping más grande de Constituci­ón”. Está a metros de la terminal de trenes. Decenas de tiendas chicas, además de restaurant­es y bares, se distribuye­n en dos enormes plantas, unidas por escaleras mecánicas. En unos pocos minutos, agentes de la Prefectura Naval (“Hicimos inteligenc­ia previa”, contó uno) e inspectore­s ya se habían desplegado por todo el predio.

El primer efecto de su llegada fue que en un abrir y cerrar de ojos varios locales bajaron la cortina. Se dieron situacione­s insólitas, como un joven que estaba sentado detrás de un mostrador, en un puesto de ropa deportiva, y cuando personal de uno de los organismos le preguntó si era el encargado, contestó: “No, no… Pasaba por acá, no había nadie y me senté”.

¿Saldo del operativo? Cierre de ocho locales por falta de habilitaci­ón y violacione­s a las normas de seguridad e higiene, decomiso de mucha mercadería de contraband­o (zapatillas, ropa, anteojos, relojes, perfumes), secuestro de más de 20 teléfonos celulares con denuncia de robo y detección de 10 empleados sin registrar y de 10 extranjero­s (seis peruanos, tres dominicano­s y un paraguayo) sin papeles, entre otras irregulari­dades.

Después de varias horas de inspección, las autoridade­s decidieron clausurar el centro comercial. Pero en la Argentina nada es sencillo. Al día siguiente ya estaba sin faja, abierto y lleno de gente.

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