LA NACION

El cierre de una campaña marcada por el grotesco

Desde “urnas chinas”, hasta Tweety, el proceso sumó elementos que fueron furor en las redes

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BARCELONA (lanacion). – Teníaque ocurrir. Entre el llamado “Acorazado de Piolín” –que en la Argentina sería el pajarito Tweety– movilizado por la Moncloa y las “urnas chinas” que el gobierno catalán sacó de la manga para votar, el proceso independen­tista sumó, en medio de las tensiones, una generosa cuota para la sátira.

“Por lo menos nos reímos un poco de nosotros mismos, que, a estas alturas, es muestra de que nos queda inteligenc­ia”, dijo, sarcástico, un empleado de un bazar del barrio de El Clot, que ayer vendió más banderas que en una final de fútbol. “Si me piden españolas, igual tengo”, aclaró.

De uno y otro lado, los extremos dieron generoso material para el grotesco en una ciudad crispada en la que, sin embargo, ambos bandos apareciero­n hermanados por un mismo modismo: el de exhibir su posición con una bandera atada a los hombros.

“Lo que mola [lo que está bueno] es llevar una bandera como una capa”, comentaba una oyente en la radio local, al explicar el fenómeno que hizo carne, sobre todo, en los menores de 30 años. A estas horas, no importa el bando, la bandera se convirtió en elemento básico para salir a la calle.

Con el correr de la tarde, las de tres bandas de España se multiplica­ron y avanzaron sobre balcones y espacios públicos en los que, hasta hace poco, se veían bastante poco. Mucho más nutrida era la presencia de las “esteladas”, tal como se conoce a la que simboliza una Cataluña independie­nte.

Pero a la hora de la sátira, lo que hasta ahora se lleva todos los premios es el llamado “Acorazado de Piolín”. Tal el apelativo con el que se conoce al crucero turístico Mody Dada, alquilado a última hora por el gobierno nacional y atracado en el puerto local para alojar a cientos de policías nacionales trasladado­s para suplir la aparente pasividad de los regionales Mossos d’Esquadra.

Ocurre que el barco en cuestión tiene pintados en su casco las figuras de populares dibujos animados. Entre ellos, el Demonio de Tasmania y, sobre todo, el Gato Silvestre y su inefable provocador, el pajarito Tweety (sí, el de “He visto un lindo gatito”), que en España se conoce como Piolín.

Fueron tales las burlas que hubo intentos por cubrir los enormes dibujos con –igualmente enormes– lonas sobre el casco y puentes. Pero no hubo caso: el rebelde pajarito aparecía una y otra vez. Siempre perseguido por su archienemi­go, el Gato Silvestre. “Si a eso le sumamos que el presidente regional, Carles Puigdemont, se parece a Harry Potter, esto terminará siendo un éxito para las fantasías animadas de la Warner”, fue una broma largamente repetida por Twitter.

Hasta el omnipresen­te activista Julian Assange no se pudo resistir y pidió “libertad para Piolín”.

En el otro extremo, el folklore político se cebó con la “urna china” que el vicepresid­ente Oriol Junqueras sacó de la manga y presentó como la herramient­a para llevar a cabo hoy la cuestionad­a votación.

“Mi mujer tiene una igual para guardar la ropa sucia”, arrancó el presidente del Partido Popular (PP) catalán, Xavier García Albiol.

A partir de allí, todo fueron mofas contra los pequeños contenedor­es de plástico semitransp­arente con los que el gobierno regional pretende, de algún modo, dotar a los 2315 colegios electorale­s.

“Son igualitos a los que vende el supermerca­do chino de la esquina”, repitieron cientos de mensajes por las redes sociales, poco menos que llamando al fraude.

En medio quedan los talleres con que los defensores del referéndum llamaron a la “resistenci­a” en las escuelas. Para burlar a la policía, nadie, por supuesto, dijo ni media palabra del referéndum.

Sí los hubo, en cambio, de zumba, de magia, de malabares, de manualidad­es y hasta de producción de butifarras. A la hora de improvisar, no faltó casi nada.

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