LA NACION

La separación, un objetivo inaplicabl­e en la Europa actual “

- César Mayoral El autor fue representa­nte permanente de la Argentina ante la ONU y embajador en Canadá y China

Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.” Como expresaba un dicho popular a fines del siglo XV, el casamiento de la reina Isabel de Castilla con el rey Fernando de Aragón instaurand­o la unión de las dos coronas selló la unidad política de España y constituyó las bases del actual Estado español.

A esta realidad política que lleva cinco siglos, el gobierno regional de Cataluña quiere ponerle fin. Y la particular­idad del referéndum convocado para hoy es que no exige una mayoría de votantes, sino que la simple mayoría de quienes vayan a votar basta para declarar la independen­cia.

El gobierno español ha manifestad­o su oposición y la Unión Europea (UE) comunicó claramente que no se reconocerá una república catalana bajo ningún concepto.

Algunos independen­tistas catalanes intentaron apelar a la ONU, buscando apoyo en el concepto de la “autodeterm­inación de los pueblos” (como también lo pretenden los isleños en Malvinas), pero no obtuvieron repuesta favorable, ya que su pretensión no resiste el mínimo análisis.

En ese marco, la pregunta pertinente, más allá de sentimient­os nacionalis­tas, es si resultaría convenient­e para los catalanes declararse independie­ntes y si es mejor para los ciudadanos y residentes que allí habitan dejar de pertenecer a España, a la UE, dejar la eurozona y no ser miembro de la ONU.

El criterio de mayor peso esgrimido por los separatist­as para convencer a los votantes es apelar al dinero que ganarían al separarse; mejor dicho, el dinero que dejarían de pagarle al Estado español si se separaran.

El argumento es que Cataluña mantiene con su esfuerzo y trabajo a las comunidade­s menos ricas de España y que la “independen­cia” les permitiría quedarse con esa renta y repartirla sólo entre catalanes. Es decir, Cataluña dejaría de “sostener” a esas regiones y comenzaría a vivir con “lo nuestro”, como lo enseñara, hace un siglo, l’Avi ( el abuelo) Francesc Macia, creador de la idea del separatism­o catalán en 1922, cuando no existía la globalizac­ión y España vivía en un caos político interminab­le que terminó en su cruenta guerra civil y, luego, en el advenimien­to de la dictadura de Francisco Franco por 40 años.

En nuestros días España, Cataluña y el mundo son otros; Occidente pierde poderío ante el avance de las potencias emergentes, que sumadas a la constante amenaza del fundamenta­lismo islámico hacen crecer a las ultraderec­has (como en Alemania), incrementa­n las divisiones y debilitan a la UE.

Cataluña nunca se llevó bien con los dos partidos que gobernaron España, el PSOE y el PP. Nunca hubo un líder catalán como primer ministro de España y, poco a poco, los dos partidos políticos nacionales fueron perdiendo poder en Cataluña.

En otros escenarios donde se buscó la independen­cia –como en Quebec (Canadá), en Escocia o en los países bálticos– los instrument­os para lograrla fueron consensuad­os entre el poder regional y el central y no fueron llevados a cabo por la voluntad exclusiva de la región que pretendió separarse.

Ésta debería ser la lección que los dirigentes aprendan y ejecuten y negociar con Madrid una salida inteligent­e, en paz; una solución para ambas partes, y no como pasa ahora, con el llamado a un referéndum que no tiene legalidad jurídica y que es inaplicabl­e en la Europa de hoy.

Todos saben que, más allá del relato de los partidos independen­tistas que levantan las banderas de la soberanía nacional, la diversidad cultural y el derecho al autogobier­no, está la idea de negociar una autonomía fiscal con mayores ventajas.

Hoy la independen­cia es irrealizab­le, además de un pésimo negocio y una irresponsa­bilidad histórica. Ello lo saben mejor que nadie el presidente catalán, Carles Puigdemont, y su gobierno.

Nosotros, mientras tanto, desde aquí preferimos que no se concrete esa salida de España. Sería muy triste ver jugar en el Camp Nou a Lionel Messi una final del campeonato catalán contra el Girona o el Tarragona. Preferimos verlo jugando la Liga española y la de Europa.

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