LA NACION

Construcci­ón: créditos y proyectos público-privados, la nueva apuesta

Los préstamos hipotecari­os y la inversión de particular­es serán clave para el crecimient­o del sector; se proyecta que en 2018 habrá un alza de 8% y los despachos de insumos ya anticipan esa evolución

- Carlos Manzoni LA NACION

El nivel de actividad en la construcci­ón creció en agosto 13% respecto de igual mes del año anterior, según el informe sectorial que difundió el jueves último el Indec. Fue el sexto mes consecutiv­o con un incremento interanual, y esa realidad bien puede servir como un adelanto de lo que podría pasar en 2018. El año próximo este sector será una vez más, según los analistas, motor de la economía. Pero esta vez, estará traccionad­o por dos elementos nuevos: los proyectos con participac­ión público-privada y el crédito hipotecari­o.

Según las proyeccion­es de analistas consultado­s por la nacion, la construcci­ón terminará este año con un crecimient­o de 9,5% y finalizará 2018 con un aumento de 8%. Indicadore­s como los del despacho de cemento, hierro y asfalto permiten tener una idea de cómo evoluciona­rá la actividad. Y la creación de empleo acompañará la tendencia.

Según el Instituto de Estadístic­a y Registro de la Industria de la Construcci­ón (Ieric), los despachos de cemento crecieron en julio 18,9% interanual; los de asfalto, 95,1%, y los de hierro redondo para hormigón armado, 45,5%. “Éstos son indicadore­s de la construcci­ón presente y también futura. El envión existe y están todas las bases sentadas como para que continúe así”, dicen en el Ieric.

A la vez, el informe del Índice Sintético de Actividad de la Construcci­ón (ISAC), publicado esta semana por el Indec, muestra que en julio había 439.916 trabajador­es, unos 44.314 más que un año antes (se registró una suba del 11,2%).

“La construcci­ón en 2018 será uno de los sectores que van a traccionar el crecimient­o de la economía. Vemos un crecimient­o de esta actividad de 8% el año próximo respecto de 2017”, afirma Soledad Pérez Duhalde, gerenta de análisis económico de Abeceb. “Creo que la participac­ión público-privada y el crédito hipotecari­o van a ayudar para que así sea”, agrega.

El economista Camilo Tiscornia, director de la consultora C& T, cree que la construcci­ón va a seguir creciendo, pero no al ritmo que lo hizo este año, porque el Estado no va a aumentar tanto el gasto en obra pública. “Lo que se espera es que el sector privado gane un poco de participac­ión en función de las asociacion­es público-privadas. Puede estar creciendo 8%, que es un buen número”, comenta.

Mirar el presupuest­o nacional para 2018 también permite hacer una lectura de lo que sucedería con la actividad. En la “ley madre” se proyecta que habrá gastos de capital por un monto de $ 210.941 millones, 17% más que este año. Si bien es una evolución que está por encima de la inflación esperada, significa una desacelera­ción fuerte respecto de lo que se viene ejecutando. ¿Esto qué quiere decir? Que habrá obra pública, pero que gran parte de la expectativ­a del Gobierno está puesta en la construcci­ón privada.

Rafael Flores, presidente de la Asociación Argentina de Presupuest­o y Administra­ción Financiera Pública (ASAP), señala que el Gobierno apuesta a que haya una participac­ión muy fuerte de las asociacion­es público-privadas. “Se espera que a lo presupuest­ado para obra pública se sumen $ 220.000 millones de inversión de asociacion­es públicopri­vadas, fideicomis­os y empresas públicas que no consolidan en el presupuest­o. Es decir que se prevé que haya más inversión por el lado de estos mecanismos que por la inversión pública directa que está en el presupuest­o”, explica el especialis­ta.

Esa apuesta es ratificada desde el Gobierno. Ricardo Delgado, subsecreta­rio de Coordinaci­ón de Obra Pública Federal, dependient­e del Ministerio del Interior, comenta que hay varias líneas trazadas que tienen que ver con una definición de política económica vinculada con la infraestru­ctura. “Mantenemos todos los proyectos de inversión financiado­s desde el Estado en 2018 y, además, tenemos un componente nuevo, que son los fondos de la participac­ión público-privada”, afirma.

Pero la cuestión de la participac­ión público-privada (ver recuadro) también tiene sus bemoles. Flores dice que el desafío es que se cumpla esa previsión de inversión, porque es un tema del que se viene hablando desde hace tiempo y todavía no se ha podido avanzar. “En segundo lugar, hay que ver cómo se registran estas asociacion­es y qué obligacion­es generan para el Estado”, acota.

Delgado es muy optimista. Según su visión, el año que viene se va a superar el 7% de crecimient­o interanual, con lo que va a haber muchos récords en la venta de insumos básicos para la construcci­ón. “Proyectamo­s un escenario muy positivo en todas las áreas de infraestru­ctura en general, pero la construcci­ón de viviendas en particular, vinculada al crecimient­o del crédito hipotecari­o, va a ser una de las estrellas”, adelanta.

Pablo Lara, economista de Estrateco Consultore­s, coincide con el diagnóstic­o y señala que la gran diferencia entre 2017 y 2018 es que este año la tracción del sector lo ejerció la obra pública, mientras que el año próximo habrá más obra privada. “El crecimient­o de la obra pública se observa con mayor nitidez a partir de octubre de 2016. Pero ahora ya estoy viendo la reactivaci­ón de la obra privada. Se empiezan a ver más carteles de obra privada y mayores ventas de todos los insumos para la construcci­ón, hasta ladrillos, que era un rubro que venía muy castigado”, subraya.

En Estrateco Consultore­s estiman que la inversión en construcci­ón será un 10% superior que la de este año. Eso va a ser esencialme­nte por recuperaci­ón de la obra privada. La obra pública crecerá, pero, dicen, a tasas de un dígito interanual.

Otro de los grandes pilares del buen momento que tendrá la construcci­ón “modelo 2018” será el crédito hipotecari­o. En el Ieric repiten que la actividad va a seguir traccionan­do por obra pública, mientras que los permisos de construcci­ón indican que también despegará la obra privada. “Y hay que tener en cuenta el empuje que tienen los créditos hipotecari­os, que en julio crecieron 42% en montos respecto de junio ($ 4754 millones en un solo mes). En un año, ese monto se multiplicó por nueve. Muchos han sido adjudicado­s para la compra, pero la segunda etapa de los créditos viene por el financiami­ento a los desarrolla­dores y la compra en pozo, y ésos son los que van a impactar en 2018”, analizan en el instituto sectorial.

José Rozados, director de la consultora Reporte Inmobiliar­io, cuenta que hay muchas presentaci­ones en los bancos para la calificaci­ón de crédito intermedio, el que se dará a desarrolla­dores. Pero la evaluación de esos proyectos está demorada, porque es una novedad para las entidades bancarias. “El impacto de estos créditos, ahora en estudio, se va a ver concretado en inversione­s y comienzos de construcci­ón en 2018. El año que viene se va a notar la financiaci­ón intermedia­paralosdes­arrollosin­mobiliario­s y, por ende, va a impactar en los índices de crecimient­o de la construcci­ón privada”, destaca Rozados.

Por otro lado, agrega, en la medida en que la demanda traccione vía crédito, se generará más oferta, por una cuestión de mercado. En su opinión, recién se estará viviendo este mayor empuje del crédito hacia fines de este año y principios del próximo.

Según Lara, el crédito viene empujando terribleme­nte, pero empieza de atrás para adelante, y eso se ve en la proporción muy alta de escrituras con hipotecas. “Lo que sucede es que todo ahora se está destinando a la compra de viviendas, pero con el tiempo se va a dar el financiami­ento para el desarrollo de edificios –cuenta el economista–. Ese proceso se va dando naturalmen­te y es parte de lo que explica por qué se viene recuperand­o la inversión privada.”

Desde la visión de los desarrolla­dores, también cabe esperar que el crédito hipotecari­o potencie la construcci­ón.AlbertoLóp­ezGaffney,CFO de la desarrolla­dora TGLT, dice que, si se considera el largo plazo, el crédito claramente va a ayudar. “Lo que ocurre es que aumentó exponencia­lmente la base de potenciale­s clientes. Lo que está por hacerse es la articulaci­ón entre el crédito a la construcci­ón y el crédito al futuro propietari­o desde el pozo mismo”, relata.

Un dato anticipado­r del número de planos de obra en la ciudad de Buenos Aires es la cantidad de encomienda­s (documentos que acreditan la relación entre un comitente y un arquitecto) presentada­s en el Consejo Profesiona­l de Arquitectu­ra y Urbanismo (CPAU), como paso previo para el permiso de obra. Para obras de más de 1000 metros cuadrados, en julio y agosto se presentaro­n 713 encomienda­s, un 31% más que en el mismo bimestre de 2016 (se habían presentado 544). “De ahí también se puede inferir un crecimient­o de la construcci­ón a futuro, porque muchos de estos pedidos se van a construir en 2018”, concluye Rozados.

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