LA NACION

Seinfeld, la innovación y la forma de “besar los sapos correctos”

Artistas y economista­s recibieron varios rechazos antes de que se aceptaran sus trabajos, que luego tuvieron enorme repercusió­n; el caso de los “falsos negativos” en la detección de ideas

- sebacampan­ario@gmail.com

Días atrás, Netflix subió a su catálogo de américa latina el documental Jerry Before

Seinfeld, que cuenta los inicios y la trayectori­a del protagonis­ta de la sitcom más exitosa de todos los tiempos. allí se lo ve a Seinfeld con algunas de sus rutinas de stand

up revelando secretos de su proceso creativo y recordando su muy feliz (pero duro) debut en The comedy Strip, un legendario club de la Segunda avenida de Nueva York. “Vivía en un departamen­to de 4,5 metros cuadrados y tenía miedo de pintarlo porque se iba a volver más pequeño. No nos pagaban por nuestra rutina, nos daban una hamburgues­a al mediodía y otra a la noche. Éramos como focas: nos tiraban comida, salíamos al escenario, contábamos nuestros chistes y nos íbamos. alguna vez hasta recibí vasos por la cabeza de público enojado”, rememora el actor.

Una década más tarde, Seinfeld debutó con la primera de las nueve temporadas de la serie más rentable de la historia, con casi US$ 3000 millones recaudados desde el final de la

sitcom (en 1998). El éxito fulminante contrasta con el inicio del proyecto de TV, en 1989, tan duro y descorazon­ador como las primeras aparicione­s del cómico en The Strip club. Para el académico y autor de best sellers adam Grant, constituye, por varios motivos, un caso paradigmát­ico de “falso negativo” en la dinámica de detección de ideas ganadoras. cuando llegó la iniciativa a la NBc, ningún ejecutivo sabía qué hacer con esos guiones, considerad­os “demasiado neoyorquin­os” o “demasiado judíos”.

“la industria del entretenim­iento

está llena de «falsos negativos» –cuenta Grant en su último libro,

Originals–. Hubo decenas de rechazos iniciales para proyectos como Star Wars, E.T., Pulp Fiction, Las

Crónicas de Narnia o Harry Potter. Enfrentado­s a la incertidum­bre, nuestro primer instinto es rechazar lo novedoso. cuando se evalúa una idea nueva, para mitigar riesgos se la compara con ideas exitosas del pasado. Por ejemplo, los ejecutivos editoriale­s que rechazaron Harry Potter considerab­an que era demasiado extenso para un libro para chicos.”

En el ámbito de la economía académica se da el mismo fenómeno. En un estudio publicado años atrás por el Journal of Economics Perspectiv­es, los profesores Joshua Gans y George Shepherd indagaron en rechazos sufridos por estrellas de la economía en sus años de juventud y se toparon con varias sorpresas. El trabajo que introdujo los modelos de equilibrio general como herramient­as analíticas, Proteccion­ismo y

salarios reales, escrito hace 63 años por Paul Samuelson y Wolfgang Stopler, fue rechazado en su momento por el American Economic Review por ser una “curiosidad teórica”.

Econométri­ca le dijo que no al artículo más famoso y citado de Franco Modigliani, el que introdujo la función de consumo, y Duesenberr­yModiglian­i, Gary Becker, Krugman, Robert lucas, Jagdish Bhagwati y James Buchanan reconocier­on decenas de rechazos. la contribuci­ón seminal de George akerlof al fenómeno de la informació­n asimétrica en los mercados (“El mercado de limones: calidad, incertidum­bre y mecanismos de mercado”) fue considerad­a un “limón” por el American

Economic Review, que en 1967se negó a publicar lo. Dos jo urnals prefiriero­n no darle espacio al artículo de Fischer Black y Myron Scholes que sentó las bases de la valuación de derivados financiero­s, inspirado en una ecuación física de propagació­n del calor.

“cuanto más innovador e interesant­e es el paper, más probabilid­ades de que sea rechazado”, opinó la economista Graciela chichilnis­ky en el trabajo de Gans y Shepherd. los autores recuerdan que hubo pocos referís más despiadado­s para rebotar contribuci­ones ajenas que John Maynard Keynes, el padre de la economía moderna. Keynes editaba el Economic Journal, que en la primera mitad del siglo XX era la publicació­n más prestigios­a en esta disciplina. Muchos economista­s que luego fueron célebres guardaron cartas de rechazo firmadas por Keynes. Bertil ohlin envió, en 1923, un artículo con la idea por la que décadas más tarde ganaría el Nobel, y a vuelta de correo recibió una nota lacónica: “Esto equivale a nada y debe ser rechazado. J.M.K.”.

¿cómo evitar falsos negativos en los negocios? Siendo consciente­s de los sesgos cognitivos que operan para impedir el avance de ideas disruptiva­s, con una actitud de “escucha permanente”, dice Diego Berkerman, cEo de Microsoft argentina, “y cambiando la manera de premiar a la gente”, para que de verdad se valoren la honestidad y la originalid­ad.

Grant da pistas para mejorar el filtro con el cual se evalúan las ocurrencia­s. El psicólogo Dean Simonton, estudioso de los procesos creativos, sostiene que la innovación es un “juego de números”. los escritores, pintores o emprendedo­res recordados por su genialidad tienden a ser personas prolíficas, con infinidad de fracasos e intentos fallidos en su haber.

“Hay que besar muchos sapos antes de encontrar al príncipe”, dice Grant. Una escena de Jerry Before Seinfeld muestra una vista desde arriba del cómico sentado en medio de una calle con toda la superficie del asfalto tapizada por miles de hojas que guarda en carpetas y cajas: toda su producción creativa de chistes desde su juventud, que lo muestran como un obsesivo del trabajo.

Predecir el éxito de un libro, una película o de un estudio económico puede ser muy elusivo, según explica el físico matemático leonard Mlodinow en su genial El andar del borracho. Mlodinow asegura que en este tipo de sistemas complejos el azar juega un rol más importante del que pensamos y la supuesta pericia de expertos está sobrevalor­ada. Su ejemplo favorito es el del super exitoso autor John Grisham, quien peregrinó por 26 editoriale­s que descartaro­n su ópera prima, Tiempo para

matar, con todo tipo de argumentos. Grisham, que en 1989 era un joven abogado, no se descorazon­ó y consiguió que Wynwood Press aceptara pagarle US$ 5000 por los derechos del libro, el primero de una larga lista de best sellers. lleva vendidos más de 250 millones de unidades. Pero antes tuvo que besar 26 sapos.

El sesgo de exceso de autoconfia­nza (ego alto) es otra fuerza poderosa que nubla los ojos al evaluar ideas nuevas y muy distintas de lo anterior. Es uno de los errores más estudiados y demostrado­s en economía del comportami­ento. En el estudio sobre los estudios académicos, el exceso de confianza llevó a árbitros de journals a rechazar ideas disruptiva­s por estar convencido­s de que si éstas fueran buenas ya se les habrían ocurrido a ellos, o a otras personas reconocida­s.

Un 94% de los profesores universita­rios considera que hace un trabajo mejor que el promedio de sus colegas, más del 85% de las personas cree que conduce vehículos mejor que la media y el 90% está convencido de que tiene mejor sentido del humor que el promedio del resto. En Jerry

Before Seinfeld, el cómico cuenta que Nueva York es una ciudad muy buena para foguearse en stand up, porque todo el mundo piensa que es gracioso. “Sé que me miran a mí y piensan: yo podría hacer eso. ahora no tengo tiempo y trabajo mucho, pero si quisiera, podría hacerlo”.

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