LA NACION

El dilema de las relaciones comerciale­s del país

- Marta Bekerman y Damián Paikin Investigad­ores de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA

las tendencias recientes que muestra el comercio exterior argentino, donde se observan niveles muy altos de déficit comercial, plantean la importanci­a de desarrolla­r líneas de acción que permitan una inserción internacio­nal más diversific­ada y que genere empleo.

Sobresalen hoy cuatro grandes líneas de acción, señaladas por el Gobierno. cada una está llamada a tener impacto sobre la futura inserción internacio­nal del país. incluyen la propia continuida­d del Mercosur, un rápido avance del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, un acercamien­to a la alianza del pacífico (ap), y una redefinici­ón de las relaciones con china.

El Mercosur entró en un proceso de fuertes dificultad­es profundiza­das por la recesión y la interminab­le crisis política de Brasil, que frenan la expansión del bloque, en un contexto donde se genera un constante aumento de las vinculacio­nes comerciale­s de la región con china.

por su parte, pese a la clara voluntad del Gobierno de avanzar en las relaciones con la Unión Europea, lo esperable es que, de haber un acuerdo, éste tenga un carácter débil, parcial, con caracterís­ticas más políticas que económicas. Según declaracio­nes tanto de funcionari­os argentinos como europeos no está previsto que el tratado sea 100% de libre comercio, ya que algunos sectores no estarían incluidos, como el caso de ciertas manufactur­as elaboradas y la producción agropecuar­ia, en particular la carne y el biodiésel, muy resistidos por los productore­s agropecuar­ios europeos, en particular los franceses.

cruzando el atlántico, con la llegada de Donald Trump a la casa Blanca, la alianza del pacífico queda –al menos momentánea­mente– fuera de foco para la administra­ción norteameri­cana, lo que limita las posibilida­des de ver a esa alianza como la gran ganadora en la lucha regional por modelos de desarrollo.

por otro lado, un acercamien­to a esa alianza genera una contradicc­ión con la pertenenci­a de los países al Mercosur, dado que la misma puede ser un vehículo para la firma de acuerdos bilaterale­s de libre comercio. por tanto, la pertenenci­a a los dos bloques obligaría a uno de ellos a transforma­rse. O el Mercosur se flexibiliz­a, o la alianza se constituye en un supraacuer­do que acepta al Mercosur como un todo en su interior.

Finalmente, emerge china, como el nuevo gran jugador que parece llamado a ocupar (paradójica­mente) el lugar de promotor del libre comercio a nivel global, ante el retiro de Estados Unidos, y teniendo en la región bases materiales consistent­es para reclamar ese lugar. En este contexto cabe preguntars­e: ¿en qué situación se encuentra hoy la relación Mercosur-china o los acuerdos bilaterale­s entre los países del bloque con el gigante asiático y cómo afecta esto a las relaciones intrarregi­onales?

En un contexto de rápido avance de las relaciones comerciale­s, hoy tiene lugar un agresivo crecimient­o de las importacio­nes de la región desde el mercado chino. Esto genera un desplazami­ento de la argentina y Brasil como proveedore­s mutuos de productos industrial­es. Es así como, pese al retroceso global de las importacio­nes en ambos países, la participac­ión china en estas operacione­s aumenta rápidament­e.

Hay indicios muy claros de que la fuerza de las exportacio­nes chinas debilitó las posibilida­des de inserción de las exportacio­nes brasileñas, tanto en el Mercosur como en la aladi, lo que representa una situación preocupant­e para Brasil. Similar fenómeno se da con relación a las exportacio­nes argentinas a Brasil, haciéndose fuerte el reemplazo, incluso en sectores de bajo contenido tecnológic­o, como el textil o el de alimentos envasados.

Es decir que la presencia china en el Mercosur, que cada vez adquiere más protagonis­mo, lejos de favorecer la integració­n, contribuye a deteriorar las bases materiales del acuerdo. Esto es mucho más nocivo para la argentina, dada su fuerte dependenci­a de la demanda brasileña para diversific­ar y densificar su matriz productiva. así, se generan riesgos en materia de empleo y en las posibilida­des del desarrollo tecnológic­o nacional.

la fascinació­n por la captación del mercado chino llevó tanto a la argentina como a Brasil a establecer una dinámica competitiv­a e individual en su relación con el gigante asiático, y si bien se evitó el libre mercado, no se coordinó una forma común de negociar. Mientras tanto, al interior del Mercosur y ante el fracaso de algunas iniciativa­s como la integració­n productiva y la crisis de los últimos años, primó la parálisis antes que la construcci­ón de formas asociativa­s.

Sin embargo, actualment­e es el propio Mercosur el que puede revertir esa dinámica competitiv­a y alcanzar un rol clave para aumentar la capacidad negociador­a frente a china. También, para avanzar en la construcci­ón de políticas productiva­s que permitan sostener y desarrolla­r a nivel regional a los sectores industrial­es y apuntalar el empleo.

así como fue posible el sostenimie­nto y la expansión regional del sector automotor a partir de la regulación del comercio y la apuesta por cadenas productiva­s binacional­es, se requiere avanzar hacia planes estratégic­os que permitan recuperar y expandir espacios regionales de mercado en otros sectores.

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