LA NACION

Impuesto al cheque: la opción es que no sea un costo

Muchos contribuye­ntes hoy ya pueden tomarlo a cuenta de otros tributos

- sensAción térmicA FERNANDA LAIúN La autora es contadora y socia de Laiún, Fernández Sabella & Smudt

El impuesto que pesa sobre los débitos y créditos bancarios, ¿es un costo? Sólo lo es para las monotribut­istas y las grandes empresas. Todos los demás, responsabl­es inscriptos en el IVA que califiquen como pequeñas y medianas empresas pueden usar el total de lo tributado como pago a cuenta del impuesto a las ganancias.

Para evitar el costo del impuesto al débito bancario hay que registrars­e como pyme en la página web de la AFIP. Si se califica como micro o pequeña empresa –lo cual depende del monto de ventas anuales– se puede usar todo lo pagado a cuenta del impuesto a las ganancias. Incluso, se puede usar para el pago de los anticipos de esa obligación fiscal.

Y aquellos que califican como empresas medianas, pueden computar la mitad de lo pagado por el impuesto al débito contra el impuesto a las ganancias.

Los montos de ventas que dan derecho a descargar el costo de este impuesto dependen del tipo de actividad. Por ejemplo, en las actividade­s de prestación de servicios, quienes facturen hasta $ 21 millones por año, pueden usar el 100% como pago a cuenta. Y los que facturen entre ese monto y $ 175 millones, pueden usar el 50%. En el caso de actividad de comercio, las empresas que vendan por una cifra de hasta $ 75 millones por año pueden usar el 100%, en tanto que las que generen ingresos de entre ese monto y $ 630 millones pueden usar el 50%.

Todo esto significa que los que hoy sufren el impuesto a los movimiento­s bancarios son bastantes menos que los que lo sufrían antes de julio de 2016. Claro que este beneficio está previsto, según la letra de la ley 27.264, solamente hasta el 31 de diciembre de 2018.

Se espera que la reforma tributaria implemente alguna variación del sistema actual, que combine un impuesto de recaudació­n eficiente y económica con una disminució­n del costo para los contribuye­ntes. Más aún, el objetivo fiscal debería ser que las transaccio­nes sean siempre bancarizad­as. Y, por lo tanto, correspond­e generar un estímulo, además de una obligación, para que se hagan de ese modo.

En ese camino, se deben eliminar en primer lugar los desincenti­vos a la bancarizac­ión, que representa­n un costo que no existe en el uso del efectivo. Esto se hizo en parte con la ley de las pymes que explicamos más arriba. Luego debería haber un estímulo para la bancarizac­ión: por ejemplo que el retiro de efectivo genere retencione­s extraordin­arias.

Es poco probable, e incluso poco deseable, que el Estado abandone el impuesto sobre los débitos y créditos bancarios. Sí, en cambio, es esperable que funcione a cuenta de otros impuestos para todos los contribuye­ntes, incluso de las cuotas del monotribut­o, para favorecer así la formalizac­ión de la economía.

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