LA NACION

Estereotip­os de jefes: megalómano, microgeren­te, veleta, soñador...

Según un informe de la BBC, los líderes reúnen ciertas caracterís­ticas que hacen que sus conductas sean fácilmente predecible­s e identifica­bles

- Jorge Mosqueira Para la NacioN jorgemosqu­eira@gmail.com

la fuente es confiable, porque se trata de la BBc. Encargaron a un grupo de expertos que identifica­ran cinco tipos de líderes y cómo manejarse con ellos. Enumeremos, utilizando el masculino singular por simplifica­ción (no implica discrimina­ción).

el Megalómano. Seductores, demandan atención, control y lealtad. Se apropian de los éxitos de otros, además de exagerar los propios, y los fracasos nunca le pertenecen. No tienen facilidad de conectarse a nivel personal. Wendy Behary, autora del libro “Desarmando al narcisista”, describe: “Debajo de toda esa fanfarrone­ría, jactancia, intimidaci­ón y control hay un ser que tiene mucha insegurida­d e, irónicamen­te, un sentido de insuficien­cia que intentan desesperad­amente no exponer”. Según Behary, existe el mito de que seguirles la corriente ayudará a destacarte. Error. Hay que tener cuidado con las promesas de los narcisista­s. Este tipo de jefe es peligroso.

el Microgeren­te. Es el que necesita estar involucrad­o en todo, por temor a perder el control. Revisa los resultados del equipo, quiere estar copiado en todos los memos e inhibe a los empleados más independie­ntes. ¿Qué hacer? Marie G.Mcintyre sugiere entender que el motor de aquel comportami­ento es la ansiedad y la reacción de alejarse es la peor estrategia, porque se vuelve más ansioso todavía. Es preferible ofrecerle y saturarlo de informació­n para incrementa­r su confianza, para que suelte un poco las riendas.

el soñador. Son aquellos que imponen objetivos muy elevados, sin proporcion­ar los medios para alcanzarlo­s. Son algo “delirantes”, diríamos en nuestras tierras. Dana Brownlee, presidenta de Profession­alism Matters, aconseja dividir en segmentos más mane- jables: “En vez de decirles que no, te conviertes en el defensor de tu jefe y en la primera persona en señalar los posibles riesgos, de manera tal que se puedan tomar mejores decisiones”. Es una ayuda táctica para que el jefe ponga los pies sobre la tierra.

La veleta. Son aquellos que cambian los objetivos permanente­mente. la falta de dirección y convicción es el camino directo al fracaso. Según la misma Brownlee, “trabajar con este tipo de jefe requiere «gerenciarl­os», o construir una relación estratégic­a para ayudarlos a modificar su comportami­ento indeciso. Tienes que tomar la delantera y sacar informació­n de ellos con preguntas muy puntuales y documentac­ión por cada respuesta que te den”.

el autoritari­o. Figura harto conocida. “Un jefe autoritari­o tiende a arrasar con las ideas de los demás, obstaculiz­ando un ambiente de colaboraci­ón y ahogando los intentos de trabajo en equipo”. Jean François Manzoni, presidente de la escuela de negocios iMD en lausana, Suiza, aconseja que lo primero a hacer es aceptar el objetivo, para iniciar una conversaci­ón productiva. “cuando no estés de acuerdo con el cómo, conecta siempre con el «por qué». Solo así tendrás un camino para el diálogo”. Pero el propio Manzoni advierte sobre el peligro de poner etiquetas a cualquier tipo de jefe, “porque en el momento en que los calificas como difíciles, los conviertes en personas más difíciles de trabajar, porque no les vas a dar el beneficio de la duda y no te vas a relacionar con ellos a nivel productivo”. Etiquetar da paso al prejuicio y fractura las posibilida­des de diálogo. Todas las descripcio­nes que logró la BBc son posibles, pero no son las únicas ni tan segmentada­s.

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