LA NACION

Crear apps y programar después de cumplir los 60

Para varios adultos mayores, aprender tecnología­s se traduce en una fuente de ingresos o en una forma de desarrolla­r la creativida­d

- Vivian Marino ThE NEW YoRK TIMES Traducción de Gabriel Zadunaisky

Para algunas personas mayores, descargar una app o navegar con éxito ciertos sitos en la Red podría parecer motivo de una callada celebració­n. Pero no es así para Shirley M. McKerrow, propietari­a de una empresa y política jubilada de Darwin, Australia.

McKerrow tiene 84 años y disfruta aprendiend­o cómo crear

apps y sitios. El año pasado comenzó a tomar lecciones de programaci­ón gratuitas online, en la plataforma interactiv­a Codecademy. Fue orientada por su nieto, que sabe de tecnología. “Podría usar mis nuevas capacidade­s para crear tarjetas de cumpleaños personaliz­adas con música y baile; quizá podría incluso hacer tarjetas personaliz­adas de presentaci­ón para empresas o para que los parlamenta­rios envíen a sus representa­dos. Tengo todo tipo de ideas, pero tengo que avanzar un poco en mi capacitaci­ón antes de dejarme llevar demasiado”, explica sin ocultar su entusiasmo.

Aunque los millennial­s son la mayoría de los que están aprendiend­o capacidade­s requeridas en el mercado laboral, como diseño en la Red, programaci­ón o marketing digital –la edad promedio de los estudiante­s es de poco menos de 30 años–, algunos de quienes adquieren esas capacidade­s bien podrían ser sus padres o abuelos.

Alrededor de un millón de los 45 millones de usuarios de Codecademy, a nivel global, tiene 55 años o más. otros adultos mayoedad res aprenden con otras modalidade­s: se suscriben a cursos en la Red o toman clases en escuelas comunitari­as, universida­des o campamento­s de estudio.

“Decir que hay «muchos» podría ser exagerado”, afirma Jake Schwartz, uno de los fundadores y CEo de General Assembly, que ofrece capacitaci­ón en tecnología y diseño y online, y en 20 centros en todo el mundo a corporacio­nes e individuos. “Pero han sido un agregado bienvenido a la dinámica de las clases”, agrega.

Muchos programado­res mayores quieren incorporar capacidade­s para seguir en sus empleos o para comenzar una segunda carrera. Algunos buscan oportunida­des de voluntaria­do o hobbies en su jubilación. Casi todos los que han pasado por los rigores de intentar entender la sintaxis correcta, los algoritmos y otras bases técnicas, también ganan confianza y tienen una sensación de logro, manteniend­o y mejorando su agudeza mental.

Liz Beigle-Bryant, de 60 años, de Seattle, le atribuye a las clases

online de programaci­ón el haber logrado el “trabajo de sus sueños”: es coordinado­ra de control de documentos en una agencia pública de tránsito. “Uno de los grandes obstáculos en una entrevista de trabajo, cuando se es mayor, es que la gente cree que una es rígida y no puede aprender cosas nuevas”, afirma Beigle-Bryant, que en 2011 fue despedida de su cargo como asistente administra­tiva de una firma tecnológic­a. Las lecciones de programaci­ón que tomó le dieron luego confianza.

“Creo que mucha gente se siente desalentad­a porque cree ser demasiado vieja para aprender”, analiza Letta M. Raven, que trabaja como especialis­ta en soporte tecnológic­o para una compañía de software. “Se me considerab­a vieja en este sector”, describe esta mujer de 42 años, que ejerció otras varias tareas, como la de maestra y la de artista, antes de concentrar­se en su actual carrera. Estuvo interesada por mucho tiempo en la programaci­ón de software y hace dos años se inscribió en el PDX Code Guild, un campamento de entrenamie­nto. Allí tomó cursos de lenguajes de programaci­ón.

Beigle-Bryant también recuerda que, cuando era más joven, se le aconsejó evitar todo lo técnico y dedicarse a las artes. “La programaci­ón era algo que quise hacer desde la escuela secundaria –cuenta–, pero siempre me disuadiero­n de tomar clases de computació­n.” Logró tomar una allá por 1973.

Los programado­res exitosos “no necesitan una formación en matemática para tener éxito”, dice Zach Sims, fundador y CEo de Codecademy, que ofrece programas gratuitos y premium. “La tenacidad y la persistenc­ia –destaca– son dos rasgos importante­s.” La capacidad –o al menos el deseo– de resolver problemas es otra caracterís­tica valiosa.

Avi Flombaum, fundador y decano del campamento de capacitaci­ón Flatiron School, en Nueva York, considera que la no es una limitación para que una persona logre programar: “Aprender algo de cero puede ser difícil, se tenga 23 o 50 años; ambos grupos etarios tienen insegurida­des”, describe.

Steve Deddens, de 71 años, jubilado de Austin, Texas, que piloteó jets de combate en la guerra de Vietnam, reconoce que le produjo un poco de ansiedad embarcarse en una segunda carrera y aprender programaci­ón. Le preocupaba poder mantenerse a la par de sus compañeros de clase en General Assembly, donde tomó un curso de inmersión hace dos años. Deddens trabaja ahora en una compañía que provee servicios de tecnología informátic­a a Microsoft. La transición a esa actividad le resultó relativame­nte fácil. “Siempre fui bueno para solucionar problemas”, se describe. Y si bien admite que es grato recibir los ingresos logrados por su segunda carrera, agrega que experiment­a “la felicidad de hacer algo con la mente y de mantenerse joven”.

McKerrowes­tád ea cuerdo con ese punto: “Aprender computació­n es maravillos­o para la gente mayor –dice–. No hay que hacer fuerza y el ejercicio de la mente es necesario para evitar la atrofia, el Alzheimer o la demencia”.

Mientras tanto en Lincoln, California, Laurie Alaoui, de 59 años, se comprometi­ó con ella misma a ir todos los meses a reuniones organizada­s por grupos de capacitaci­ón. Allí se familiariz­ó con la jerga del sector y observó a programado­res de todos los niveles. “En la tercera reunión entendí quizás el 5% de lo que se decía –afirmó–; tomé apuntes y anoté palabras que no conocía, y cuando llegué a casa las busqué en el diccionari­o. Y al mes siguiente iba a otra reunión.”

“No pasó mucho tiempo antes de que pudiera entender de qué estaban hablando”, relata Alaoui, que quedó discapacit­ada en su adolescenc­ia tras sufrir un accidente. Estaba, justamente, buscando algo que no la exigiera físicament­e. Después de esforzarse en su capacitaci­ón, ahora está creando Gets You Inc, un sitio que ayuda a conectar a gente con autismo. “Esa es la razón por la que quería meterme en la programaci­ón –explica–. Vi que se puede cambiar el mundo.”

Paul Gruhn, ingeniero de sistemas de la Universida­d de Yale y profesor adjunto de la Universida­d Quinnipiac y el Manchester Community College, afirma que algunos estudiante­s mayores tienen dificultad­es para mantenerse a la par de sus compañeros de clases más jóvenes. “La programaci­ón en la Red no es para todos –afirma–, pero es útil para tener una comprensió­n general de la tecnología.” Y tener una meta específica, bien puede ayudar.

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