LA NACION

Racing parece no darse cuenta de que no arriesgar dejó de ser negocio hace varios partidos

- Nicolás Zuberman PARA LA NACioN

Entre Leonardo Pisculichi y Mauro Quiroga sumaron apenas más de media hora de juego. Pero les alcanzó para clavar los dos estiletazo­s que hicieron que Racing se vaya herido de La Paternal. El ex River, apenas con dos pinceladas, definió un partido que había sido demasiado trabado –30 foules, tres jugadores con vendas en las cabezas por cortes– hasta el último minuto. A los 44, el zurdo apareció con un pase en cortada para poner mano a mano con Gastón Gómez a Braian Romero, quien habilitó a Quiroga para el gol. Después, Piscu mostró su sello: de tiro libre sacó un zapatazo desde 25 metros que le picó justo a Gómez y terminó adentro del arco.

La zurda de Pisculichi desnudó todas las falencias de la Academia, que suma una victoria en los últimos ocho partidos y todavía no puede arrancar en la Superliga. Después del empate 1 a 1 que logró en San Pablo, por la Copa Sudamerica­na, Racing no volvió a convertir goles. Pareciera que tanto convencimi­ento de que el 0 a 0 lo haría pasar de rueda terminó jugándole en contra: no encuentra los caminos al gol y ya lleva 376 minutos sin gritos. La muestra más clara fue otra vez su capitán: Lisandro López pidió todas las pelotas, colaboró en la marca y cuidó la posesión, pero no pateó al arco. Y Licha no ocultó su malestar, con palabras que suenan a un mensaje para la dirección técnica: “Se hace difícil cuando no se crean juego ni situacione­s de gol. No jugamos bien. Hay que tener más confianza y audacia, animarnos a gambetear”.

Aquel partido de vuelta por los 8os de final de la Sudamerica­na, en el que Diego Cocca planteó el juego para que un 0 a 0 le diera la clasificac­ión, dejó su huella. Desde ahí fue 0-1 ante Banfield, 0-0 ante San Martín de San Juan y el 0-2 de anoche. No marcó. Y le convirtier­on poco, claro. El único gol fue a Javier García. Gastón Gómez, el juvenil que reemplaza al lesionado Juan Musso, pasó más de 300 minutos con la valla invicta. Pero ayer tuvo cierta responsabi­lidad en la seguidilla de goles que le anotaron Quiroga y Pisculichi.

Por eso la preocupaci­ón era grande anoche en el vestuario visitante del Diego Armando Maradona. Un triunfo, dos empates y dos derrotas es la cosecha que lleva la Academia en estas cinco fechas de torneo. Pero lo que más intranquil­iza es que no le encuentra la vuelta para plantarse como protagonis­ta. El entrenador decidió que Racing adopte la estrategia del camaleón: muta según el contexto. Para visitar el campo de juego más pequeño de la Primera División (90 x 67 metros), Cocca optó por dejar de lado la línea de cinco defensores y ubicar el clásico 4-4-2. “Va a ser un partido en el que va a haber mucha presión, en un espacio muy corto. Vamos a tener gente rápida para poder resolver el por las bandas. Queremos encontrar el momento, el sistema y los movimiento­s que nos den la posibilida­d de dar con el equipo que queremos. Creemos que con este sistema podés encontrar mejor el partido”, explicó el técnico en la previa.

Por eso eligió a Brian Mansilla en lugar de Matías Zaracho para ocupar la banda izquierda y hacer bien ancho el equipo. Fue correcta la lectura del técnico: los únicos cuatro avances de la Academia en la primera mitad llegaron por ese lado. Hubo tres centros de Mansilla que no encontraro­n destinatar­io. En una escapada de Solari por izquierda, llegó al fondo y mandó el centro atrás, pero Enrique Triverio se la entregó mansa a las manos de Lucas Cháves. A los 15 del segundo tiempo, Mansilla se fue reemplazad­o por Cuadra. Esos primeros quince de la segunda etapa fue de lo mejor en el visitante. Pero con la salida del zurdo dejó de hacer ancha la cancha y ya no inquietó al arquero local. Los cambios, esta vez, le jugaron una mala pasada. Lo dejaron con las manos vacías y la cabeza llena de preocupaci­ones.

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FotobaireS Festeja Pisculichi, autor del segundo gol; cerca, Romero

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