LA NACION

la previa del día

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Al impecable Boca de la Superliga se le notó más de una imperfecci­ón en la sorpresiva eliminació­n de la Copa Argentina ante Rosario Central. Acostumbra­do a ganar a su antojo en el torneo que defiende el título, no estuvo a la altura en la competenci­a que tiene eliminació­n directa. Un sistema por knock-out que dejó al equipo de Guillermo Barros Schelotto un tanto aturdido por no saber adaptarse a un partido que exigía lucha y empuje. Quedó la impresión de que ante la imposibili­dad de resolver el desafío a partir del fútbol dinámico y agresivo que venía exhibiendo, Boca no tu respuestas contra la aguerrida versión de Central, que una vez conseguida la ventaja con una acción con la pelota detenida la defendió con uñas y dientes, como si fuera una final, a diferencia de su rival, que transmitió una imagen más diluida.

De acá a fin de año, a Boca sólo le queda la Superliga, en la que además de consolidar su primer puesto deberá demostrar hoy capacidad de reacción a lo que le sucedió el miércoles en Mendoza. La decepción es mayor porque un paso en falso en la Superliga le deja amplio margen de recuperaci­ón, pero la Copa Argentina se archiva en la columna del debe. Si bien no era un objetivo que lo desvelara, quedar afuera en los octavos de final es un llamado de atención.

A las 18.05, en una Bombonera que dentro de cuatro días se transforma­rá en un centro geográfico neurálgico con el partido Argentina-Perú por las eliminator­ias, Boca recibirá al ascendido Chacarita, que aún no ganó en tres fechas (tiene pendiente el cotejo con Argentinos). La ausencia de hinchas visitantes resta un potencial conflicto entre dos parcialida­des que se profesan un rechazo lindante con el odio. Aunque pasaron 18 años, no quedó el olvido el enfrentami­ento en un amistoso matutino que debía ser a puertas cerradas en la cancha de Boca. Por entonces, los hermanos Di Zeo, que siguen al mando de la barra brava, comandaron un ataque que dejó a 14 hinchas de Chacarita heridos.

Tras repetir la formación en las cuatro jornadas, los mellizos harían hoy una modificaci­ón de acuerdo con lo probado en la última práctica: Gino Peruzzi, que había perdido el puesto en el último tramo del certamen anterior, ingresará por Jara.

Chacarita no tendrá una pieza importante, el suspendido Alejandro Gagliari, sustituido por Ijiel Priotti. En el medio campo Funebrero estará Cristian Erbes, que jugó para Boca en el último enfrentami­ento, en 2010, cuando Chacarita, que luego se fue al descenso, goleó 4-1 a Boca en la cancha de Huracán. Erbes retomó la práctica activa del fútbol en Chacarita luego de una lesión en una rodilla que le impidió jugar con continuida­d en los últimos dos años. “La gente de Boca me quiere mucho”, recordó en la semana Erbes, que debutó en 2009 con Alfio Basile. River, en Victoria

A veces para un equipo hay semanas que se alejan mucho de la rutina. Para River, la anterior fue tan movilizant­e que llevó a Marcelo Gallardo a justificar el 1-1 contra Argentinos en “la resaca” que dejó el histórico 8-0 sobre Jorge Wilsterman­n. Hasta Ricardo Caruso Lombardi se agarró de esa figura para apuntalar las posibilida­des de su Tigre, que hoy será local a las 20.05: “Ojalá a River le dure la resaca”.

La igualdad de siete días atrás le costó a River el primer puesto, ocupado en soledad por Boca. Gallardo volverá a utilizar dos marcadores laterales clásicos con los regresos de Moreira y Casco, suplentes en los últimos dos compromiso­s. De las variantes que le ofrece la abundancia de volantes, Gallardo por ahora se queda con Enzo Pérez en lugar de Ariel Rojas: “Me estoy inclinando por Enzo porque tenemos un equipo más vertical y él nos da más presencia en el área rival. Igual, Ariel es un jugador importante, sabemos del valor de su inteligenc­ia”.

El próximo fin de semana no habrá pausa para River por las eliminator­ias. Como único sobrevivie­nte de los cinco grandes en la Copa Argentina, el sábado enfrentará a Defensa y Justicia, en Formosa, por los octavos de final.

Tigre, que aún no ganó en cuatro fechas y no puede descuidar su promedio del descenso, tiene mucho trabajo entre la necesidad de armar casi un equipo nuevo por la profunda renovación del plantel, asimilar una seguidilla de lesiones (Galmarini, con rotura de ligamentos en una rodilla, Blengio y Carlos Rodríguez), y no alterarse por una serie de fallos arbitrales que enojan a Caruso Lombardi: “No me quejo de los arbitrajes porque sí, me quejo cuando hace falta”. Al menos esta noche tendrá el regreso de Carlos Luna, recuperado de un desgarro que sufrió en la primera fecha.

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Texto Claudio Mauri

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