LA NACION

CONFESIONE­S DE UN CONDUCTOR CON MUCHO KILOMETRAJ­E

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—¿Qué es lo que más te seduce de la situación de “estar de viaje”? —Depende dónde sea el viaje. El hecho de conocer un lugar nuevo me motiva muchísimo, esa sensación corporal de estar fuera de mi lugar, o de mi casa –donde me encanta estar– ya me pone de buen humor. —¿Cuál es tu mayor hazaña en el turismo aventura? —Mi mayor hazaña es que una vez naufragué en el río Nilo, en Egipto. Fui en 1996 con un amigo. Hicimos un viaje de Asuán a Luxor en feluca, que es un velerito, y estuvimos tres días navegando. Y nos salió mal, porque se hundió la feluca. El capitán era un animal, se metió en una zona con vientos, y caímos todos al Nilo. Fue una odisea mundial. Primero tuvimos que nadar hasta la orilla, que eran cien metros. Nunca temí por mi vida, pero me puse una madera del barco en el pecho y después de haber rescatado mi bolso de mano nadé crol. Cuando llegué a la costa me tiró la mano un nubio, que son los habitantes de ahí, una mezcla de un negro, un árabe, un oriental y tres etnias más. Después estuvimos en una comisaría y nos trataron muy mal, la pasé peor que nunca en mi vida. No murió nadie. —¿Tres buenos discos para escuchar en la ruta? —Wildflower­s, de Tom Petty; In between dreams, de Jack Johnson y… Harvest Moon, de Neil Young. —¿Cuál es la mejor reserva o parque nacional que hayas visitado alguna vez? —Te diría que en Costa Rica, donde buena parte del territorio es reserva natural o parque nacional. Sobre el Pacífico, al sur de Puntarenas, hay un parque nacional tremendo. Costa Rica es lo máximo, allá tengo familia y amigos, fui varias veces. —Si te obligaran a tomarte un año sabático para viajar por el mundo: ¿Cómo te imaginás ese viaje? —Creo que me armaría un cronograma persiguien­do el verano, que es mi estación del año favorita, y habría más playa que montaña. Es algo que deseo desde hace muchos años, nunca me animé y tal vez nunca me anime. La verdad es que laburo mucho, me gusta mucho mi trabajo también, sería casi un renunciami­ento al que no me animo. —A la hora de planificar un viaje, ¿te tienta más recorrer ciudades y visitar museos, o buscás más lugares naturales o destinos exóticos? —Yo viajo con mi familia, somos cinco, entonces la decisión tiene que ver con que los chicos la pasen bien. Si los chicos la pasan bien, los grandes la pasan bien. Hay como una norma, que se podría usar: si vas a lugares más pobres o más ricos del que vivís. Creo que en mi juventud siempre fui a lugares más pobres –casi nunca grandes ciudades–, y ahora me encantan las grandes ciudades como Londres, París o Nueva York. —Sin contar Buenos Aires: ¿cuál es tu ciudad favorita del mundo? —Creo que Londres es la ciudad del mundo que más me gusta. Siempre que hice viajes traté de hacerlos vía Londres, aunque sea para estar un día o dos, porque me parece alucinante. —¿Sos de escuchar radio cuando estás afuera? —Cuando era más chico compraba un diario en cada ciudad a la que llegaba. Ahora la tradición del diario uno la sigue un poco por la Web, y lo que sí hago es buscar cuál es la radio de rock, cuál es la radio de electrónic­a, otra más local, y si puedo también engancho la AM y escucho gente hablando, y si hay un partido de fútbol en un idioma que no conozco me encanta escucharlo también: los modismos, las cosas del lugar, lo que les preocupa. —¿El mayor pecado de un turista? —Y… estar disfrazado de turista, exhibirse con orgullo como un turista. Es mejor adaptarse un poco al lugar donde uno está, no te digo disfrazart­e del lugareño, pero tratar de estar un poquito más mimetizado con el ambiente. Me pasa con el idioma –un poco adrede y otro poco me pasa–, que pongo un pie en Uruguay ya estoy hablando con el acento uruguayo, en Córdoba estoy hablando en cordobés. —¿Una playa solitaria y bella que recuerdes especialme­nte? —Miles de playas. Me acuerdo cuando fui en el 93 a Jericoacoa­ra, en Brasil o la primera vez que fui al Morro de San Pablo, en el 91. Fernando de Noronha, también, donde uno va más a conectar con la naturaleza, pero la playa es espectacul­ar; también puedo nombrar las playas de Krabi o Railay Beach en Tailandia, unos lugares increíbles, y en Egipto, un point que se llama Dahab. Ahí fui a un lugar que se llama Blue Hole, a hacer buceo y es increíble. Caminas diez pasos con el agua por la rodillas y de pronto hay 100 metros de profundida­d. —¿Un día de vacaciones perfecto? —Un día ideal es despertarm­e sin despertado­r, ir un ratito a la playa, meter un buen almuerzo, estar acompañado por la gente que quiero y… eso. Un día hermoso de playa para mí es un día perfecto de vacaciones, y si le agregás un paseo para conocer algo, una ruina, algo así, me suma.

para más datos Junto al relato de Pablo Giralt, volvió a comentar fútbol en TNT Sports. Además, continúa como conductor de Basta de todo, lunes a viernes, de 13 a 17, por Metro 95.1.

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