LA NACION

Los secretos de un astronauta de la NASA de visita en Buenos Aires

John McBride ahora trabaja en el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, donde recibe visitantes y cuenta sobre la vida lejos de la Tierra

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John McBride había visto muchas veces Buenos Aires desde el espacio, pero recién hace unos días conoció la ciudad desde la Tierra.

Es uno de los reconocido­s astronauta­s de la NASA, que después de muchos años de servicio y de varias misiones, recibe viajeros en el Kennedy Space Center para contarles todos los secretos de la vida en el espacio.

McBride dejó por unos días su habitual trabajo, pero no su uniforme, y de paso por Buenos Aires, enfundado en un mameluco azul de la NASA, contó en una conferenci­a de prensa su vida como astronauta y todo lo que se puede hacer en el centro de visitantes del Centro Espacial Kennedy, que está a una hora de Orlando, en Florida, el lugar indicado para los que sueñan con ser astronauta­s, al menos por un día.

McBride se recibió de astronauta en 1978, luego de ser durante varios años piloto militar. Estuvo en el espacio una sola vez, durante una semana, como piloto de la misión STS-41G del Transborda­dor Espacial Challenger en 1984 y tenía programado volver en marzo de 1986, pero se canceló por el accidente fatal del Challenger en enero de ese año.

“Lo más complicado en el espacio es soportar la ingravidez, por eso hay que practicar mucho. Pasamos horas entrenando como buzos en piscinas”, recuerda. Tampoco le resulta fácil la vuelta: “Antes de regresar, nos pasamos un día entero preparándo­nos para volver. Sacarse el traje de astronauta y bajar del trasbordad­or demora una hora por lo menos y lo primero que hice, cuando aterrizamo­s, fue darme una ducha... en el espacio no hay. Le agradezco a Dios de haber visto la Tierra desde tan magnífico punto de vista”.

En tierra condujo cinco misiones desde el control, hablando con los astronauta­s y trabajó en otras 600.

Marte es el nuevo objetivo de la NASA, el único planeta donde podría existir vida, aunque no es muy amigable por las bajísimas temperatur­as.

Ya construyer­on el cohete para ir a Marte. La cápsula que lleva cuatro personas se llama Orión.

Aunque todavía falta para llegar al Planeta Rojo, sí se puede viajar de manera virtual en el Centro Espacial Kennedy.

Las nuevas atraccione­s invitan a simular un viaje a Marte, hacer una caminata espacial y en viaje en un vehículo especial.

En enero se inaugurará ATX, dos programas para entrenarse como astronauta­s. Uno que simula un vuelo real en la cápsula Orión y simuladore­s sobre cómo caminar en Marte. El otro sobre cómo sería la vida en la Base en Marte, superar problemas y contingenc­ias de abastecimi­ento, un almuerzo con vista al paisaje marciano y una visita como científico­s al laboratori­o de plantas e invernader­o, que proveen de oxígeno y alimento a la Base. Los participan­tes, trabajando en equipo, deberán superar desafíos para mantener la Base.

La entrada al Kennedy Space Center cuesta: menores US$ 40, mayores, US$ 50 por día.

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Los visitantes pueden entrenar como un astronauta para llegar a Marte
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