El turismo busca ser una actividad sostenible
El miércoles último se celebró el Día Mundial del Turismo, como todos los 27 de septiembre desde 1980 y los festejos oficiales fueron en Doha, Qatar con una consigna clara: el turismo sostenible es la principal herramienta para el desarrollo.
El turismo sostenible tiene en cuenta los efectos presentes y futuros que la actividad tiene en la economía, la sociedad y el medio ambiente, además de atender las necesidades de los visitantes, el sector, la naturaleza y las comunidades receptoras. Por eso, debe usar de manera óptima los recursos naturales, respetar las comunidades que reciben a los visitantes y asegurar que las actividades económicas sean viables a largo plazo, y que los beneficios se distribuyan equitativamente entre los diferentes actores. La industria produce el 10 % del PBI mundial y emplea a uno de cada 10 trabajadores en el mundo, y continuará creciendo a una medida anual del 3,3 por ciento hasta 2030. En el primer semestre de este año, considerado el mejor desde 2010, hubo un crecimiento interanual del 6%, con un total de 598 millones de turistas internacionales en el mundo. La solución al problema de la sobrecarga turística en varias ciudades, sobre todo del continente europeo, como Barcelona, Venecia, Dubrovnic, Berlín y tantas otras, está en la gestión, según declaró a Télam Carlos Vogeler, director ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo. “La clave, bajo mi punto de vista, es una gestión adecuada de capacidades de carga, y eso en definitiva es lo que cualquier destino turístico tiene que gestionar, ya sea un destino de carácter urbano o de carácter natural, que tiene que proteger sus recursos naturales. Tenemos que tener la habilidad de gestionar adecuada y eficientemente nuestra capacidad de carga”, remarcó. Para el especialista, el mundo está evolucionando hacia la gestión de destinos por parte de organismos público-privados “que es donde confluyen los intereses de ambos sectores. Al igual que en un parque natural en un momento determinado, el destino tiene que tener un límite –insistió– porque más allá de eso estamos infringiendo un daño al activo, al recurso turístico que es el factor fundamental de atracción de los visitantes”. El cómo aplicar esos límites depende de los gobiernos nacionales, regionales o municipales, y aunque reconoció que “es muy complejo”, señaló que habrá que “buscar fórmulas para que los flujos de visitantes puedan ser ordenados, escalonados, y que se den diferentes horas de visitas, algo que ocurre en algunas ciudades, como Florencia, que ya establecieron algunos sistemas para regular el tráfico en algunos sectores del casco histórico”.