LA NACION

Descubren que Neruda no murió de cáncer

Un grupo de científico­s refutó la causa oficial de su muerte, en 1973; el hallazgo alimenta la hipótesis de que el poeta fue envenenado durante la dictadura de Pinochet

- Federico Grünewald

SANTIAGO DE CHILE.- Aunque sufrió todo 1973 los devastador­es efectos de un cáncer de próstata ramificado y su certificad­o de defunción dice que una caquexia cancerosa le quitó la vida, un grupo de científico­s estableció 44 años después que Pablo Neruda no murió ni por el cáncer ni por la caquexia. El panel de expertos es el segundo que pidió el juez Mario Carroza, quien investiga desde 2011 el fallecimie­nto del poeta y Premio Nobel de Literatura, y trabajó durante los últimos cinco días en el Hotel Plaza San Francisco de Santiago. Eran 16 especialis­tas y forenses de Europa y América, y cuatro de ellos se integraron por videoconfe­rencia.

Las conclusion­es del panel, que convocó a científico­s, médicos, abogados, peritos forenses y familiares del poeta, se entregaron ayer y fueron unánimes y concluyent­es. “El estudio de todos los antecedent­es nos permite en forma rotunda establecer al cien por cien la ausencia de caquexia”, dijo el doctor de la Universida­d de Murcia Aurelio Luna, el vocero del grupo, poco después de entregarle las conclusion­es al juez Mario Carroza, quien reabrió el caso luego de que el último chofer del poeta, Manuel Araya, revelara hace siete años en una revista mexicana que a su ex jefe lo habían envenenado.

El material biológico obtenido de la última exhumación en 2013 continuó bajo análisis, arrojó la presencia de una bacteria mortal (estafiloco­co dorado), y este panel de expertos buscaba responder a la pregunta de si Neruda pudo ser envenenado en la Clínica Santa María, el 23 de septiembre de 1973, 12 días después del golpe de Estado de Augusto Pinochet, o murió, como dice su certificad­o de defunción, por el cáncer de próstata. Luna dijo que los científico­s llegaron de manera unánime a decretar “la no validez del certificad­o de defunción en cuanto a la caquexia como causa de muerte. Esto se excluye a través de todos los estudios realizados”.

El chofer Manuel Araya acudió al Partido Comunista para entregar pistas de la posible intervenci­ón de terceros en la muerte del poeta. Guillermo Teillier, presidente del PC chileno, dijo ayer que no creyeron esa versión de inmediato, pues sabían que su militante más ilustre había muerto de cáncer. Llegaron a dudar de la detención de Manuel Araya, pero la confirmaro­n con el testimonio del diplomátic­o dominicano Rafael Pineda, quien había ido desde Uruguay a ver al poeta y terminó preso en el Estadio Nacional junto al chofer. Pineda volvió a aparecer ayer en Santiago, para conocer las conclusion­es del panel. ¿Armas biológicas?

Aurelio Luna explicó que para descartar el cáncer como causa de muerte de Neruda se recurrió a “la ausencia de proteínas específica­s de la caquexia (en las muestras que se estudiaron) y a la medición del índice de masa corporal”, realizado con fotografía­s del cuerpo del poeta y la medición de su cinturón.

Aunque se sabe que Neruda presentaba un cáncer de próstata grado 4 con metástasis, el especialis­ta reveló que “no estaba en los estados finales del proceso canceroso. La caquexia es una debilitaci­ón progresiva del organismo y del análisis de los datos no podemos aceptar que el poeta se encontrara en un proceso de muerte inminente al momento de ingresar al hospital (Clínica Santa María)”.

Para llegar a esa conclusión fue clave la incorporac­ión de dos oncólogos especialis­tas en próstata, uno chileno y otro francés, que además estudiaron cómo se trataba ese cáncer en Santiago y Francia en los años setenta.

La pregunta entonces es de qué murió Pablo Neruda. Los análisis a sus restos mortales y ADN de agentes biológicos en su cuerpo, especialme­nte en dientes y encías, siguen realizándo­se en Dinamarca y en Canadá. Luna dijo que entre seis meses y un año más habrá resultados de nuevas bacterias halladas. “Son muchas bacterias que arrojan millones de datos. Estamos pendientes para saber establecer su origen y si se trata de alguna bacteria cultivada como arma biológica y modificada en un laboratori­o para provocar un proceso de infección”, contó y aclaró que las posibilida­des de aclarar el caso desde la ciencia rodean el 25%.

Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda (su nombre era Neftalí Reyes), habló en nombre de los sobrinos: “Esto es un duelo que se está aliviando. Con los resultados el tío podrá caminar libremente. Sabemos que el certificad­o respecto de su muerte es falso, no murió de caquexia como decía su certificad­o medico, se falseó la causa de muerte de Pablo Neruda. Sentimos una profunda tristeza (...). Tenía su salud deteriorad­a, ñero compatible con la vida, que le permitía salir de Chile al día siguiente, para ponerse a salvo de la dictadura militar”.

Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista, y Eduardo Contreras, abogado en el caso, se mostraron conmociona­dos con la noticia de la falsedad del certificad­o de muerte de Neruda y dijeron que también está la tesis de que pudieron dejarlo morir, pues en la clínica no tuvo los ciudados de un enfermo de cáncer y mucho menos de un Premio Nobel y ex senador. Pedirán, por lo mismo, el procesamie­nto del doctor Sergio Draper, quien atendió al poeta en la clínica y ya ha declarado en el caso.

La Fundación Neruda, que administra el legado del vate, publicó una columna firmada por el presidente de su directorio, el arquitecto Raúl Bulnes Calderón, vecino y amigo del poeta. Los sobrinos y la fundación no han coincidido en la reapertura del caso. Tienen diferencia­s hondas y por eso ayer Bulnes no asistió a la entrega de las conclusion­es del panel. Sin embargo, dijo que “ha prestado toda colaboraci­ón posible y entregado los antecedent­es que posee”. En el texto entregan testimonio­s de varios miembros del PC de aquella época que comentan del cáncer de Neruda desde 1971. “No conocíamos el diagnóstic­o del doctor Julio Álvarez, radiólogo del Hospital Van Buren (de Valparaíso), quien lo atiende (a Neruda) en junio de 1973, a causa de fuertes dolores en las piernas y caderas. Decía su informe: numerosas metástasis óseas en los dos fémures, en la pelvis, en la columna lumbar, columna dorsal y en las costillas […] podemos asegurar, cualesquie­ra sea el resultado de esta investigac­ión, que los sangriento­s y brutales días de septiembre de 1973 aceleraron su enfermedad, constituye­ndo «otro crimen de la dictadura», indirecto, si fue por el cáncer terminal que padecía, o directo si fue por una intervenci­ón deliberada de terceros”.

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RodRigo gaRRido/ ReuteRs El panel del que participar­on médicos, abogados y peritos forenses, ayer, al anunciar sus conclusion­es

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