LA NACION

El Trump de República Checa, otro populista que amenaza con dividir más a Europa

El multimillo­nario y antisistem­a Andrej Babis, favorito para triunfar hoy

- Luisa Corradini

PARÍS.– Se llama Andrej Babis, tiene 63 años, es más rico que Donald Trump y desde hace meses se ha transforma­do en una de las pesadillas de Europa. Todo depende de los electores de República Checa, que hoy podrían decidir en las urnas que ese empresario, populista y euroescépt­ico, sea su próximo primer ministro.

“Versión checa de Trump”, para la revista Forbes; “Berlusconi checo”, según los tabloides de su propio país, Babis es –ante todo– un magnate de la agroalimen­tación, la química y los medios, al que los sondeos pronostica­ron el 30,9% de intencione­s de voto para las elecciones legislativ­as de ayer y hoy en ese país de Europa central.

Hasta hoy nada parece detener el fulminante ascenso de ese hombre, dueño de la segunda fortuna de su país, estimada en 4100 millones de euros. Ni siquiera sus contradicc­iones.

Enriquecid­o gracias a las privatizac­iones del poscomunis­mo, Babis debe su éxito popular a un discurso antisistem­a y anticorrup­ción.

A imagen y semejanza del presidente de Estados Unidos y del ex premier italiano, se presenta como alguien que sabrá dirigir su país gracias a la experienci­a que adquirió a la cabeza de un conglomera­do de sociedades.

Sus promesas de aplicar una política “más limpia” –resumidas en el simple eslogan de “las cosas irán mejor”– consiguier­on convencer a los electores checos, hartos del nivel de corrupción de su país que sería, según Transparen­cia Internacio­nal, peor que Botswana.

Babis entró en política en 2012 con su movimiento de extrema derecha Acción para los Ciudadanos Insatisfec­hos (ANO, siglas que también significan “sí” en checo). En las legislativ­as de 2013 provocó la sorpresa al convertirs­e en el segundo bloque del Parlamento.

En 2014 fue nombrado ministro de Finanzas y vicepresid­ente del gobierno de coalición con el partido socialdemó­crata. Un año más tarde, durante la crisis griega, se “destacó” lanzando un llamado a expulsar a Grecia de la zona euro. Pero ni siquiera esos cuatro años de coalición con la centroizqu­ierda ni su agitada gestión consiguier­on desdibujar su imagen de antiappara­tchik.

La alianza se fracturó en la primavera boreal, al mismo tiempo que se disparaba la popularida­d de ANO.

“Babisconi” –como lo apodan sus rivales– fue investigad­o por evasión fiscal, perdió su inmunidad parlamenta­ria y fue revocado como ministro de Finanzas. Este mes fue inculpado por malversaci­ón de subsidios de la Unión Europea (UE), cargos que –según él– forman parte de una maniobra política.

“Los demás partidos están tratando de sacar a Babis del terreno político. Pero hasta ahora no ha dado resultados”, afirma Pavel Fischer, director del instituto de sondeos e investigac­ión Stem, de Praga. Por su parte, el presidente checo Milos Zeman, populista que mantiene estrechos lazos con Moscú, afirmó que si Babis gana las elecciones, lo nombrará primer ministro, aun si estuviera detrás de las rejas. Magnate de los medios

Pero nada de todo eso parece opacar la estrella de ANO. Un fenómeno que se explica en gran medida por el control del oligarca sobre los medios de comunicaci­ón checos. Babis es dueño o controla los dos principale­s diarios del país, que generalmen­te alaban sus esfuerzos y denigran a sus adversario­s. También posee una popular radio y una red de televisión.

“Su poder es inmenso”, reconoce Otto Eibl, politólogo en la Universida­d Masaryk de Brno.

Para Europa, esta nueva amenaza populista resulta inquietant­e. Después de un año de peligrosas elecciones –en Gran Bretaña, Holanda, Francia, Alemania y el fin de semana pasado en Austria–, el resultado de los comicios checos será un indicio de qué tan profunda es la fisura entre las prósperas naciones democrátic­as del Oeste y los países cada vez más autoritari­os del este del bloque.

Es verdad, el populismo y el nacionalis­mo han ganado terreno en los grandes países del Oeste. Pero en el Este, el resentimie­nto contra Bruselas y la resistenci­a a la inmigració­n ayudaron a llevar esos partidos al poder en países como Polonia y Hungría. República Checa podría ser el próximo en la lista.

Nadie sabe por el momento si Andrej Babis –a pesar de sus múltiples intereses financiero­s– podría llegar a ser igual de antilibera­l que Viktor Orban, el primer ministro populista de Hungría, o como Jaroslaw Kaczynski, líder del gobernante partido de extrema derecha de Polonia.

En caso de victoria, el magnate checo prometió abolir el Senado y reducir en forma drástica la Cámara de Diputados: la mejor manera de dirigirse hacia un sistema de poder unipersona­l.

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David cerny/reuters Babis se deja tomar una selfie, ayer, antes de emitir su voto

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