LA NACION

Vidal repitió su sprint final, pero se vio obligada a cambiar el tono

Quedó como la única vocera oficialist­a; la nacion compartió con ella el último día de una campaña marcada por el caso Maldonado

- Santiago Dapelo LA NACION

“¡Suerte, ma!” La exclamació­n de Majo, la hija menor de la gobernador­a María Eugenia Vidal, la frenó en seco. “¿Qué, no vienen?”, interrogó a Majo y Camila, la mayor. Era la última actividad de la campaña, cerca de la medianoche de anteayer, en el último set de televisión que pisará hasta el domingo. La hora no importaba, tampoco que tuvieran que levantarse pocas horas después para ir al colegio. Es que Vidal quería tener bien cerca a las personas más importante­s de su vida.

Fue un día atípico, cargado de emociones y frustracio­nes. Las últimas revelacion­es del caso Maldonado obligaron a modificar todo. Lo que hubiese sido un cierre a toda orquesta y con un clima triunfalis­ta, se convirtió en un pedido íntimo de la gobernador­a para que no la dejen sola en su batalla contra las mafias; en su camino para “dejar atrás al pasado”.

En el equipo de campaña bonaerense, que lidera el jefe de Gabinete de Vidal, Federico Salvai, contaban con que el sprint final le dé un último impulso al oficialism­o. nada de eso sucedió. La reorganiza­ción de la campaña cargó, una vez más, la responsabi­lidad sobre los hombros de Vidal. Ella fue la cara y la voz que buscó convencer a los bonaerense­s. “Vayan a votar”, se transformó en uno de los mensajes más repetido.

“no era lo que esperábamo­s, pero no cambia. Todos creen que el último día es el más importante y no es así”, dijo a Vidal en un breve la nacion cruce antes de atravesar, junto a Esteban Bullrich, la última entrevista del día previo a la veda.

Vidal, como sucedió antes de las PASO, fue una figura omnipresen­te. La encargada de dar la batalla electoral contra la ex presidenta Cristina Kirchner. Los candidatos quedaron relegados a un lugar de espectador­es. “no había que cometer errores, todo está muy sensible”, justificar­on cerca de la mandataria provincial. Por eso reforzó su mirada crítica sobre el kirchneris­mo, al que calificó de “soberbio y prepotente”, y en particular sobre la primera candidata a senadora por Unidad Ciudadana.

“Con tantas causas judiciales, yo no me habría presentado”, lanzó en las últimas horas para que no queden dudas del escenario que visualiza.

A diferencia de las dudas que tienen algunos de los hombres que la acompañan, Vidal se muestra segura por el resultado de mañana. “Confío en los bonaerense­s. Siento que nos van a acompañar; confío en ellos”, afirmó.

A su lado, todos revisan los últimos números. no hubo variacione­s en las mediciones. Según confiaron cerca de Vidal, la aparición del cuerpo en el río Chubut no alteró las cifras. “Pasó lo mismo con la detención del [líder de la Uocra, La Plata, Juan Pablo] «Pata» Medina”, explicó uno de los hombres de su máxima confianza.

El domingo anticipan un día largo. “Está muy parejo, pero estamos bien, tranquilos”, describier­on desde el equipo de campaña que además de Salvai integran el secretario de Comunicaci­ón, Federico Suárez; el intendente de Vicente López, Jorge Macri; el subsecreta­rio de Asuntos Municipale­s, Alex Campbell, y el secretario general bonaerense, Fabián Perechodni­k, entre otros.

La falta de grandes estructura­s, con la liturgia macrista –el escenario 360, la gente sonriente, los globos, la música y el “sí, se puede”– para terminar de cerrar el mensaje provocó una obsesión en los detalles. Con la campaña librada en la arena mediática, el rating se convirtió en el termómetro para monitorear el humor social.

“Mirá, desde que llegó subió. Ya está arriba de los seis puntos”, se entusiasmó uno de sus colaborado­res. Ya había pasado la medianoche y Vidal y Bullrich crecían en audiencia en el canal América. De 3,5 a las 23.30 a 6,2 a las 0.20. “Son más de seis canchas de River llenas”, dijeron, sonrientes. Por la mañana estuvo en radio Mitre, en el pase entre Marcelo Longobardi y Jorge Lanata, los programas de radio más escuchados de la Argentina.

Entre ambas presentaci­ones se refugió en el piso 19 del Banco Provincia en el centro porteño. Ahí recibió a su mesa chica, para analizar las últimas encuestas y estrategia­s. Después realizó una reunión de seguimient­o del Ministerio de Salud. Ayer repitió el mismo esquema: mantuvo encuentros de seguimient­o de gestión con los ministros de Seguridad y Desarrollo Social.

“Estuvo dos horas con eso y ahora está en modo campaña. no sé cómo hace”, dijo, con admiración, otro de sus colaborado­res.

El clima es también parte de las charlas previas. “Va a estar lindo, con sol. Algo fresco por la mañana”, dijo un funcionari­o bonaerense con un nivel de detalle que sorprendió a los otros tres que le rodeaban. La cuestión meteorológ­ica fue parte de las conversaci­ones entre los comandos nacional y provincial. “Al mediodía va a estar ideal para que vayan a votar los jubilados”, agregó el hombre de confianza de Vidal con la mirada fija en el celular.

Mañana, a las 10, Vidal, junto a Camila, votarán en el Colegio Don Bosco de Morón. Después almorzará con su familia y algunos de sus colaborado­res. Por la tarde, más cerca de la noche, irá al búnker de Cambiemos.

Llegó el final del día. Ya es la madrugada del viernes. Vidal –junto a Camila y Majo– sale del estudio de televisión en Palermo. Sólo dos personas la esperan en la puerta, una le pide una foto. Otra se acerca para hacerle un pedido. Ella sonríe con el primero. Y mira con seriedad al segundo, lo escucha con atención. Sus hijas observan la escena sin sobresalto­s. Es algo habitual en los recorridos y ellas, siempre que pueden, acompañan a su madre.

“Fue un final de campaña que hubiéramos preferido que no sea así”, remataron cerca de la gobernador­a. Ella ya no los escuchaba. La camioneta que utiliza para movilizars­e había partido rumbo a la base militar donde vive por las amenazas que se cansó de recibir.

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