Graduadas en ingeniería
Hace ya tiempo existe en el ámbito de la Facultad de Ingeniería, y de quienes observan la composición de sus claustros, fundada preocupación por la baja presencia de alumnado femenino, si bien en algunas de las especialidades hay mayor afluencia de mujeres. Tal cosa ocurre en Ingeniería Textil, con el 90% de inscripciones de mujeres; en Ingeniería de Alimentos, con el 67%, y en Ingeniería Civil, el 30%. En cambio, dentro de las restantes especialidades, el número es menor y en algunas muy escaso, como se aprecia en Electrónica (8%) y Aeronáutica (15%). Suele argumentarse que se trata de estudios muy absorbentes que impiden a la mujer dedicar tiempo a la atención familiar.
Una pregunta frecuente se centra en el rendimiento de esas estudiantes. La respuesta es muy positiva, puesto que se destacan por sus calificaciones, logro que señaló el actual ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro. Asimismo importa conocer cómo encara su condición minoritaria el grupo de las estudiantes de estas especialidades. Y lo ha hecho en forma muy positiva.
Ha ocurrido que para las primeras generaciones de mujeres que emprendieron carreras universitarias de ingeniería, ya en la mitad del siglo pasado, el ejercicio profesional no era una demanda necesaria. Las familias apoyaban el estudio, pero no aprobaban la competencia profesional después. Tampoco estaba abierta la inspráctica cripción a todas las carreras como hoy, aunque no existiesen restricciones formales. Ocurrió que ese modo de pensar excluyente fue cambiando ante otras carreras tradicionales como Medicina, Abogacía y Arquitectura, que compartieron más tempranamente jóvenes de un sexo y otro. No obstante, al juzgar las perspectivas que abrían las nuevas carreras, a menos que fuesen básicamente femeninas, la aprobación social las reservaba para los hombres. Esa manera de pensar se fue modificando por los continuos avances femeninos en el campo profesional y, con ello, se creó una nueva situación en la sociedad. En este complejo proceso influyeron en forma conjunta las inéditas demandas que se planteaban simultáneamente a la producción y al consumo, en el campo económico.
En suma, la participación de la mujer en las diversas carreras de ingeniería, aunque todavía sea minoritaria en algunas de las especialidades, gradualmente se va tornando más apreciable. Cada vez se hace más evidente la influencia del juicio social de una época que abre las perspectivas profesionales de la mujer y que va reduciendo los prejuicios limitativos del pasado. Por lo tanto se van imponiendo los nuevos roles profesionales de un sexo y otro como consecuencia de la evolución y del cambio continuo, equitativo y necesario que se opera tanto en la sociedad como en la organización del trabajo.