Trama perturbadora que cuestiona la ética de la ficción
Five Easy Pieces no es una obra fácil de transitar. esto no se debe exclusivamente al hecho de que cuente la historia del famosísimo asesino belga Marc dutroux, condenado por haber secuestrado, torturado y abusado sexualmente de seis niñas y adolescentes durante los años noventa. Que el responsable de reconstruir las biografías de dutroux y sus víctimas sea un elenco compuesto por chicos de entre 8 y 14 años explica la incomodidad, pero no de forma tan directa: hay un efecto, extrínseco a la obra, que se parece al de escuchar un tema lleno de alusiones eróticas en la radio y notar que un chico comienza a cantarlo, sin entender completamente lo que está repitiendo. en ese interludio entre lo que cuenta el elenco de jóvenes, pero inmensos actores –dirigidos con maestría por el coach Peter Seynaeve y por Milo rau–, y los sentidos que termina de armar la cabeza del espectador adulto radica lo perturbador y atractivo de la pieza. Se lleva al extremo aquello que los chicos saben, sienten y hacen con los temas propios del “mundo de los grandes”. a través de recursos tomados del teatro documental (anécdotas de la propia vida de los actores llevadas a escena, reenactments), Five Easy
Pieces aborda también la cuestión de la ética de una ficción. “¿Qué es el teatro?”, pregunta Seynaeve, único actor adulto en el escenario, al principio de la obra. “es como una obra de títeres, pero con personas en vez de títeres”, contesta uno de los pequeños intérpretes. resulta asombroso notar lo bien que lo pasan jugando esta historia macabra sobre el escenario. Natalia Laube