Un mar lúdico-teatral para un público bebe
FLOTANTE
★★★★ muy buena. idea y dirección: Azul Borenstein y Natalia Chami. intérprete: Natalia Chami. música: Gastón Urioste. escenografía y vestuario: Azul Borenstein. iluminación: Agnese Lozupone. sala: Camarín de las Musas, Mario Bravo 690. funciones: viernes y domingos, a las 16.30 (6 a 24 meses), y a las 17.30 (2 a 4 años). duración: 45 minutos.
Una hilera fina de luces en el escenario a ras del suelo delimita el territorio. dentro flotan globos a diversa altura, anclados a una ligera pesa. el personaje prueba levantarlos, dejarlos caer en otro lado, unirlos, separarlos. Los globos se desplazan por el espacio como burbujas ascendentes, estamos en aguas profundas. enfrente, en las gradas del público, los pequeños espectadores siguen cada detalle sonriendo. en algún momento atravesarán la orilla para sumergirse en la acción. tomar en sus manos alguno de los globos-burbuja los incluye en la acción, los convierte en actores de una performance colectiva.
entrará a escena en momentos sucesivos un gran pez, sostenido en su navegar por tres globos; le siguen una serie de medusas y una gran medusa-madre. Generan escenas nuevas protagonizadas por la actriz y sus pequeños
partenaires. como llevados por el oleaje se reúnen en breves acciones colectivas y se dispersan en secuelas de juego individual. una y otra vez. el conjunto luce una belleza atrapante.
azul borenstein y Natalia chami denominan su espectáculo Flotante cautamente como “instalación sensorial”. Pero, contra los prejuicios –las más de las veces fundados– que ponen en duda la existencia de un teatro para bebes, logran establecer una dramaturgia de curso seguramente variable, pero con pautas autorales e interpretativas claramente delineadas. chami lleva el hilo de la acción, lo suelta y lo retoma entre la miríada de navegantes que surcan con ella las aguas lúdicas. Parece existir un acuerdo con los chicos sobre el rumbo. ellos lo perciben y se suman con aportes propios. La actriz regula el tempo con sensibilidad, propone nuevas escenas de juego sin imponerlas prematuramente.
Ningún chico sale del escenario delimitado por la línea de luces, todos asumen la convención lúdico-teatral y disfrutan de ella.