OCIÓLOGA EXPERTA
Mariana Arias, la centrada
Para Mariana Arias, el ocio más preciado es el de los viajes. “Es la elección más completa, porque puedo descansar y al mismo tiempo estar activa. Cuando viajo, mi mente está muy despierta y me conecto con todos los sentidos: la comida, el arte, las relaciones, la geografía, la naturaleza, la idiosincrasia del lugar, la gente”. El último gran viaje fue compartido con su marido, Roberto, y las hijas de ambos. El destino fue el Báltico, y la ex mannequin asegura que fue una experiencia sanadora para toda la familia. “Lo disfrutamos un montón porque tuvimos tiempo para estar juntos, contarnos cosas y convivir. Siempre es agradable y constructivo encontrarnos todos”.
El contacto con la naturaleza es sumamente importante para esta periodista, que aprovecha los veraneos en La Pedrera para conectarse con su propia esencia. “Es un lugar muy querido y donde me siento plena”. Allí Mariana se dedica a ir a la playa para aprovechar las bondades curativas del mar, leer, ver películas y cocinar. “La cocina es otro de mis cables a tierra. Cuando estoy nerviosa o necesito salir de un estado que no me gusta, cocino”, dice esta súper anfitriona que, además de tenerla clarísima con los pescados de la costa uruguaya, recibe a su familia todos los domingos en su casa y disfruta mucho de deleitar a sus amigos con un buen risotto, su especialidad. “Uno de mis sueños es tener un restaurante”, confiesa tímidamente. Con Roberto, también son frecuentes las escapadas a Mendoza, donde visitan amigos cada vez que pueden. Además de viajar, la conductora comparte con él el consumo de series –han visto de todo juntos– y las salidas con amigos, ya sean a ver una buena obra de teatro o a comer a algún lado y compartir un rico vino. “Me gusta salir a comer para compartir el encuentro, charlar”, cuenta. Si bien su hija Paloma no vive con ella, sí son frecuentes las visitas de la modelo al hogar materno y también los encuentros a almorzar madre e hija.
Cuando no está con su familia, sus amigos o su marido, Mariana disfruta enormemente de la lectura (es de las que tienen una pila de libros en la mesa de luz y los van leyendo en simultáneo) y del arte. “Mi papá era pintor, la relación con el arte viene de ahí y fue creciendo a medida que fui viajando y sintiendo el arte de otra manera”, explica desde el otro lado de una mesa ratona colmada de libros de diferentes artistas, exposiciones y movimientos. “Colecciono estos libros porque me llevo uno de cada muestra a la que voy, tanto para recordarme a mí misma que estuve ahí como para volver a recorrerla cuando lo leo”, justifica. Pero no todo es intelectualismo: la conductora sale a correr, va al gimnasio y practica yoga. “La actividad física me hace bien y la necesito”, asegura. Cuando llega a casa después de la jornada laboral, se toma unos mates, se reencuentra con sus animales y se relaja con un poco de lectura, Internet, estudio o espiritualidad. “La verdad es que el trabajo me ordena, es como una columna vertebral y una especie de ocio para mí, porque hago lo que me gusta”, finaliza. “Con el tiempo aprendí a ser un poquito más experta en ocio, pero siempre tengo la necesidad de volver al trabajo”.
“La cocina es uno de mis cables a tierra”