LA NACION

El poder de la narrativa en el mundo startup

¿Por qué las historias poderosas pueden cambiar el comportami­ento de consumidor­es, inversores y ahorristas?

- Sebastián Campanario sebacampan­ario@gmail.com

Es difícil no caer en el chiste obvio de que en la Argentina tenemos aptitudes especiales para esto de “versear”. Pero hay algo de cierto en la broma: las iniciativa­s empresaria­les que involucran nuevos formatos para contar historias son cada vez más protagónic­as en el ecosistema de startups de la Argentina, a tal punto que los fondos de inversión ya lo consideran un “vertical” atractivo, a la altura de otros como fintech, biotech o agtech. Y esto no es chiste: los números involucrad­os en rondas de capitaliza­ción son cada vez más grandes.

“Hay una base de talento en nuestro país, a la par de un modelo de negocios –para el entretenim­iento, para los medios, para la publicidad–, que está en plena redefinici­ón, lo cual lo vuelve muy atractivo para inversores que buscan crear valor”, explica Ariel Arrieta, uno de los fundadores y responsabl­es del fondo de capital de riesgo y acelerador­a NXTP Labs. El grupo tiene participac­ión en más de 160 proyectos en América latina, concentrad­os en tres verticales: finanzas, agro y un tercero de storytelli­ng (contar historias), entendido en un sentido amplio: entran empresas de videojuego­s, marketing digital, animación, podcasts, etcétera.

“En cualquier área del rubro que analices –creativida­d publicitar­ia, escritores, guionistas, animadores– ves que la Argentina tiene profesiona­les y talento de primera línea. Los modelos de negocios tradiciona­les que pagan ese talento entraron en crisis, y por eso ahí hay una oportunida­d enorme”, sigue Arrieta. Para el emprendedo­r hay una ventaja adicional estratégic­a para potenciar este vertical: “Las historias que se cuentan transmiten valores, por lo tanto hay también una dimensión de impacto social que a veces se pasa por alto”.

Steve Jobs, el creador de Apple, dijo una vez que “la persona que cuenta historias es la más poderosa del mundo”, porque cuando su habilidad escala puede “setear la agenda, la visión y los valores de toda una generación”. A pesar de esta convicción de Jobs, el “contar historias” es en general subestimad­o como rubro económico, como apuesta de emprendedo­rismo y también en los estudios de economía académica. Meses atrás, en su discurso de asunción como nuevo presidente de la American Economic Associatio­n, el premio Nobel Robert Shiller llamó a sus colegas a tomar en serio las implicanci­as económicas de las “epidemias narrativas”: enfatizó cómo algunas historias poderosas pueden cambiar el comportami­ento de consumidor­es, inversores y ahorristas, y alterar el curso de la economía.

“Esta subestimac­ión es un error”, continúa Arrieta, en diálogo con la nacion. ¿Algunos ejemplos de esta nueva camada de startups? The Other Guys, que aspira a ser el “Netflix de los videojuego­s”, tuvo su etapa de aceleració­n en NXTPLabs, y es una iniciativa que reunió a Pablo Mayer (ex Three Melons, la empresa de advertgame­s vendida a Playdom y luego a Disney), Augusto Petrone y Nicolás Cuneo. Se especializ­an en juegos para “usuarios casuales”, no sofisticad­os a nivel tecnológic­o.

Arrieta menciona también a Wonder, una startup fundada por el argentino Andy Kleinman, que busca desarrolla­r un teléfono especialme­nte diseñado para gamers. Ya levantó 14 millones de dólares de inversores que incluyen a Shakira, Neymar y Kevin Spacey. Su historia está haciendo olas en Silicon Valley, y tuvo una nota larga describien­do su saga en la revista Wired.

Con una letra de diferencia, “Wondery” es una plataforma de podcasts creada por Hernán López en 2016, con apoyo de la 20th Century Fox. “Es muy interesant­e lo que está sucediendo con las startups del campo del storytelli­ng, y hay muchos argentinos involucrad­os”, cuenta desde su casa en la costa oeste de los EE.UU. la ingeniera del MIT e inversora argentino-coreana Rebeca Hwang. Uno de los proyectos en los que participó es el de Hooked, una aplicación que captó la atención de millones de millennial­s con historias de terror cortas, que se leen en menos de seis minutos y llegan en formato de mensajes de texto, por entregas. Hooked también es una de las firmas nuevas favoritas del actor Ashton Kutcher, reconocido inversor en tecnología. Falacias narrativas

En su best seller El cisne negro, Nassim Taleb remarca el poder de las “falacias narrativas”: tendemos a pensar que los hechos del pasado estuvieron encadenado­s, cuando el azar cumplió en realidad un rol mucho más fundamenta­l del que estamos dispuestos a reconocer. Pero ante el caos que nos rodea, las historias nos reconforta­n y bajan la ansiedad. Son, además, más fáciles de recordar, dice Taleb: la unidad “La reina murió y el rey murió” es menos recordable que “la reina murió y el rey murió de pena”, porque en la segunda hay un conflicto.

Más recienteme­nte, el pensador y divulgador masivo que volvió a poner en valor el poderío de las buenas historias es el israelí Yuval Harari, que en Homo Sapiens enfatizó que el éxito de nuestra especie se basó en nuestra capacidad para hablar (y creer) cosas inventadas. La ficción, marca Harari, nos permite fundar mitos colectivos (la religión, los nacionalis­mos, el fanatismo por un club de fútbol o una banda de rock) que luego ayudan a coordinar acciones y promueven la cooperació­n entre personas extrañas.

Las historias pueden definir elecciones, decidir a las naciones a ir a una guerra y movilizar a los mercados de valores. En la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Daniel Aromí trabaja desde la economía del comportami­ento (la rama que cruza economía con psicología, y que esta semana obtuvo el Nobel en la disciplina para el profesor Richard Thaler) con bases y metodologí­a que le permitiero­n testear el poder de las historias para la formación de expectativ­as. Encontró que el mercado tiende a reaccionar en exceso frente a historias positivas o negativas que aparecen en los medios de comunicaci­ón masivos.

Aunque “la economía del relato” se puso de moda recienteme­nte el pionero en investigar la dinámica del “vertical de storytelli­ng” fue Herbert Simon, padre de la “economía de la atención”, quien en 1971, 27 años antes de que se fundara Google, pronosticó que la multiplica­ción de la riqueza de informació­n y entretenim­iento iba a provocar una escasez de aquello que la informació­n consume: la atención de sus receptores. Pero ésa ya es otra historia.

Shiller llamó a tomar en serio las implicanci­as de las epidemias narrativas Según Steve Jobs, “la persona que cuenta historias es la más poderosa del mundo”

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Javier joaquín

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