LA NACION

EDITORIALE­S

El sector agropecuar­io ha sido el pato de la boda al contribuir más que ningún otro a solventar un elevadísim­o gasto público

-

Impuestos excesivos sobre el agro. El sector agropecuar­io ha sido el pato de la boda al contribuir más que ningún otro a solventar un muy elevado gasto público.

La Fundación Agropecuar­ia para el Desarrollo de la Argentina (FADA) elabora trimestral­mente un análisis cuantitati­vo de la incidencia de los impuestos sobre la actividad agrícola. Lo hace para una muestra de los cuatro cultivos principale­s (soja, maíz, trigo y girasol) y tres provincias (Buenos Aires, Córdoba y San Luis), en una serie que lleva diez años y que, por lo tanto, permite evaluar las tendencias en la presión impositiva del período. La observació­n de los resultados muestra que el agro ha sido el pato de la boda al contribuir más que ningún otro sector a solventar un muy elevado gasto público. Lo destacable es que, a pesar de esa pesada mochila, el sector ha crecido sobre la base de tecnología e innovación, ha impulsado las exportacio­nes y ha subsidiado de hecho a otros sectores altamente protegidos.

Según los estudios de la FADA, para el promedio ponderado de esos cuatro cultivos y esas tres provincias, los impuestos nacionales, provincial­es y municipale­s absorben actualment­e el 71% del margen, entre el precio de venta y el costo de producción. Esto quiere decir que el Estado es un socio al 71% de los productore­s, quedándose con esa proporción de las utilidades sin poner capital sino tan sólo servicios por los cuales cobra y que, por su insuficien­cia, usualmente deben duplicarse por parte de los privados. El total de impuestos de esa muestra alcanza un 34% del valor de venta y se constituye en el mayor rubro de los costos de producción. Esta proporción se refiere a las ventas locales y, por lo tanto, no incluye los derechos de exportació­n. Si la venta es al exterior, en el caso de la soja, el Estado se lleva el 90% del margen de utilidad y el 57% del precio internacio­nal.

La reducción de los derechos de exportació­n decidida por el presidente Macri en los inicios de su gestión significó un alivio impositivo para la exportació­n y también una mejora de los precios y márgenes domésticos. Sin embargo, la incidencia impositiva sigue siendo elevada, como lo reflejan las proporcion­es citadas, y el programa de reducción de retencione­s quedó suspendido luego de los recortes iniciales.

Durante el segundo trimestre del corriente año el mejoramien­to del tipo de cambio permitió un leve alivio tributario respecto del primer trimestre. Sin embargo, la medición de la FADA sigue mostrando una situación más gravosa que la del año previo. En efecto, en septiembre de 2016, la incidencia sobre las utilidades era del 65,4%, menor que el 71%. Sin desconocer que cualquier reducción de impuestos debe acompañars­e de un recorte igual o mayor del gasto, no cabe sino señalar que el agro está sometido a una presión tributaria desmesurad­a que deberá disminuirs­e. A esta circunstan­cia se suman las contingenc­ias climáticas que han afectado extensas zonas agrícolas.

La situación de muchos productore­s no sólo está castigada por el exceso impositivo, sino también por la inundación de sus campos. Las facilidade­s fiscales dispuestas por normas de emergencia o por la denominada ley pyme no alcanzan a compensar las enormes pérdidas de producción para quienes las han sufrido.

La agroindust­ria y la agricultur­a continúan encabezand­o las estadístic­as de exportació­n. Ese mérito es más notable si se tiene en cuenta que sostienen con sus elevados aportes una aún importante ineficienc­ia estatal, además de subsidios y protección a no pocos sectores de la producción y los servicios. Hay toda una tarea por delante para corregir estas distorsion­es. Pero, como lo demuestran las opiniones empresaria­s en el reciente Coloquio de IDEA, también hay una generaliza­da expectativ­a y confianza en que el Gobierno encarará esas indispensa­bles correccion­es.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina