El turismo o cómo desplegar la propia libertad
El turismo y la tecnología corren juntos en la actualidad. Desde que la Revolución industrial, con sus grandes cambios técnicos e instrumentales, modificó radicalmente el estilo de vida moderno, esos cambios se reflejaron, entre otros ámbitos, en el uso y disfrute del tiempo libre. Con las nuevas tecnologías del siglo XIX y XX (ferrocarriles, barcos a vapor, automóviles, aviones, teléfonos, etcétera) la actividad turística se potenció y se expandió a escala planetaria. Tanto las nuevas formas de locomoción, como los nuevos medios de comunicación, potenciaron el avance de la actividad turística en todos los continentes y amplificaron las nuevas formas de viajar.
Las posibilidades de transportarse y de conocer nuevos lugares se vieron amplificadas exponencialmente. Esto se debió a la baja de los costos de locomoción y a la facilitación de sus usos. El siglo XX fue el siglo de la popularización y de la democratización del turismo general, y en gran medida, fue el resultado de este nuevo despliegue técnico.
¿Pero qué pasó ahora, en los últimos años, en relación al turismo y la tecnología? Con respecto a esto sabemos que hay una nueva revolución instrumental en marcha. La intromisión de las computadoras, Internet y redes sociales en nuestras vidas generó un giro radical en el turismo y en los nuevos modos de viajar. Hoy en día, en los comienzos del siglo XXI, se observan espectaculares cambios en las formas de vacacionar, de trasladarse, de hospedarse y de recrearse.
En esta “aldea global” que nos toca vivir se generaron nuevas vías de acceso al ocio (posibilitadas por las innovadoras tecnologías de software, redes y aplicaciones portátiles). Se ven así, en la actualidad, páginas de Internet con múltiples ofertas personalizadas, sitios de intercambios de hospedajes, nuevas formas de alojamientos (pagos o no), redes colaborativas de turismo solidario, transportes compartidos, etcétera.
Estas son novedosas opciones de servicios que no sólo benefician a los viajeros por cuestiones económicas o presupuestarias, sino que, principalmente rompen con los modelos vacacionales tradicionales del pasado, posibilitando nuevas formas de vínculos sociales y culturales entre los viajeros, permitiéndoles desligarse de los circuitos comerciales clásicos y experimentar vivencias de ocio más personales y directas (y hasta muchas veces, desinteresadas). Estas nuevas modalidades de viajes posibilitan nuevas formas de interacción con otras personas, muchas veces de diferentes culturas y habilitan a una mayor socialización y comunicación interpersonal.
En un mundo cada vez más complejo, cambiante y despersonalizado, las nuevas tecnologías digitales, al menos en el ámbito turístico, proveen herramientas de comunicación e interconexión de gran utilidad, que de alguna manera, fomentan la libertad y autonomía de del viajero, dándole la oportunidad de elegir, a su modo, cómo desplegar turísticamente su propia libertad.