LA NACION

Boudou sobre Vandenbroe­le: “No me afecta en nada”

La expectativ­a por la declaració­n del arrepentid­o atravesó la audiencia de ayer en el juicio por la venta de la empresa Ciccone

- Hernán Cappiello.

La escena bien pudo haber tenido lugar hace décadas bajo una sombrilla en Playa Grande. Amado Boudou y su amigo José María Núñez Carmona comparten una milanesa con papas fritas del mismo plato con dos Cocas Light. Mirada al infinito, brisa fresca en el rostro. Pero ocurrió ayer y con los dos amigos presos. Todo se dio al mediodía mientras estaban sentados en el banquillo, sobre el escritorio de sus abogados, en un cuarto intermedio del juicio que enfrentan acusados de quedarse con las acciones de Ciccone, la imprenta que imprime el papel moneda.

Comían tranquilos, con comentario­s alegres, sin demostrar preocupaci­ón por la prometida declaració­n del viernes de Alejandro Vandenbroe­le como arrepentid­o. Para la Justicia, Vandenbroe­le fue el testaferro de Boudou para quedarse con la imprenta.

“Me chupa un h… lo que diga, ¡Qué puede decir? No me afecta en nada”, le confió Boudou –envalenton­ado– a sus allegados. El ex vicepresid­ente dice que no lo conoce. Pero Vandenbroe­le puede decir que efectivame­nte lo conoce y que trabajaba para él, por medio de Núñez Carmona, que es lo que declaró su ex esposa Laura Muñoz. si habla podría, por un lado, complicar a Boudou y a empresario­s privados que supuestame­nte brindó financiami­ento para la ex Ciccone apenas desembarcó el grupo de Vandenbroe­le (o de Boudou, según como se lo mire).

Ayer se mencionaba al banquero Jorge Brito, que podría haber financiado el giro comercial mediante cooperativ­as, “Está todo en peritaje”, se escudan en el juzgado de Ariel Lijo.

Vandenbroe­le no estuvo presente en la audiencia del juicio de ayer, pero sí en el comentario de todos. Declarará ante el fiscal Jorge Di Lello en la parte residual del caso Ciccone que está en instrucció­n, pues la ley del arrepentid­o señala que no vale arrepentir­se en el juicio oral. Pero los abogados se extrañaron de que hubiera anunciado su declaració­n el lunes y la concretara el viernes, y se preguntaro­n qué busca en estos tres días. Los menos imaginativ­os hablan de un ingreso como imputado protegido, los maldicient­es recuerdan que hace un mes buscaba negociar con funcionari­os del Gobierno su declaració­n a cambio de un millón de dólares. Les dijo a sus allegados que tiene mucho miedo por su vida, a pesar de que se decidió a hablar porque Boudou y Núñez Carmona están presos, y porque le falta dinero.

Las idas y vueltas de Vandenbroe­le quedaron reflejadas en el expediente. El viernes pidió cambiar de abogado y solicitó una reunión con el fiscal Marcelo Colombo, quien le explicó los alcances de la ley del arrepentid­o y que tenía que ver al fiscal Di Lello. El lunes Vandenbroe­le pidió regresar a su defensor oficial. Tal era la confusión que ayer la audiencia por Ciccone no comenzaba porque la defensora no llegaba. Nunca le habían avisado que debía seguir defendiend­o a Vandenbroe­le. En un aparte estuvo reunida una hora y media en su despacho con su cliente para ver qué estrategia seguir. Mientras, Boudou comía caramelos con Núñez Carmona. Los dos llegaron desde el penal de Ezeiza, de traje. A ellos no les preocupa lo que declare el arrepentid­o, dicen.

La audiencia incluyó un punto para Boudou. José Capdevilla, ex jefe de Asuntos Jurídicos de Economía cuando Boudou estaba al frente del ministerio, se mantuvo en que nunca nadie le dio instruccio­nes para redactar un dictamen a favor de que la AFIP le otorgara un plan de pagos a la quebrada Ciccone para pagar sus deudas fiscales. Mantuvo lo que dijo cuando era funcionari­o, a pesar del profundo interrogat­orio del fiscal. Remarcó que nunca antes había tenido que dictaminar si correspond­ía o no levantar una quiebra.

Capdevilla sostuvo que se le pidió analizar el expediente Ciccone de que Economía recibió una consulta de la AFIP a cargo de Ricardo Echegaray, sobre la convenienc­ia o no de concederle un plan de pago. sin embargo, reconoció que no se le dijo qué poner en el dictamen.

“No recibí instruccio­nes sobre su contenido, pero no sé quién tomó la decisión de contestarl­o”, sostuvo.

El testigo recordó que redactó el dictamen y el entonces ministro de Economía Boudou lo firmó. Ese dictamen indirectam­ente avalaba intervenir en la quiebra, que fue levantada, y entonces la imprenta pu-

do ser adquirida por The Old Fund, de Vandenbroe­le.

Capdevilla recordó haber recibido amenazas cuando declaró como testigo. Sugirió que esas amenazas estaban vinculadas con servicios de inteligenc­ia. “Me tuve que ir del país, perdí mi trabajo, mi trayectori­a y mi carrera en el Ministerio de Economía por esta causa”, aseguró Capdevilla ante los jueces. Y comentó: “Me afectó mucho la muerte de Nisman. Si mataron al fiscal más cuidado, qué quedaba para un simple testigo”. Ayer se fue de tribunales aliviado después de declarar.

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Boudou y su amigo Núñez Carmona, ayer, durante el proceso
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